El diario El País publicó este miércoles un reportaje que revela que en los últimos tres meses, la central nucleoeléctrica de Laguna Verde, ubicada en el municipio de Alto Lucero, registró tres incidentes que generaron riesgo naranja para la planta.
De acuerdo con la publicación, el diario analizó un reporte de 13 páginas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), empresa propietaria, en el que se informa que el pasado 3 de septiembre el recambio de uranio enriquecido que alimenta la única central, derivó en una situación de riesgo naranja, un paso antes del rojo, que significa la máxima alerta para la seguridad de la planta.
El pasado 22 de septiembre, en redes sociales y mensajes de WhatsApp se indicaba sobre situaciones de riesgo en la central nuecleoeléctrica de Laguna Verde, lo cual fue desmentido por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en su cuenta oficial de Twitter. Según El País, fuentes de la planta, quienes pidieron mantenerse en el anonimato, revelaron a El País que en octubre y a principios de diciembre hubo otros dos incidentes que elevaron el riesgo a naranja.
Laguna Verde tiene dos reactores con una capacidad instalada de 810 megavatios cada uno. Representa un 4% de la capacidad eléctrica instalada de México y un 2% de la generación total del país. Durante su funcionamiento normal y el proceso de recarga de combustible, la planta utiliza un monitoreo por colores que indica los grados de peligro de derretimiento del núcleo o componentes desconectados (una nomenclatura que adapta los estándares utilizados por la Comisión Regulatoria Nuclear de Estados Unidos).
En mediados de agosto, la central de Laguna Verde inició la recarga de combustible, un procedimiento que se lleva a cabo cada 18 meses, que suele demorar un mes y que consiste, a grandes rasgos, en el reemplazo de varillas de uranio que alimentan la estación y el traslado de las que ya perdieron energía a la alberca de combustible gastado, que almacena los tubos hasta que pierden radiactividad.
Parte de las labores de esta operación es el cambio de los mecanismos impulsores de las barras de control: unas varillas ubicadas debajo del núcleo que tienen como función ralentizar la fisión nuclear, con el fin de evitar que la generadora acelere su potencia más allá de 100 por ciento y esté expuesta a un estallido. Antes de iniciar esta tarea, el riesgo en la planta era verde: todos los sistemas se desempeñaban de manera correcta.