La muerte de la juez Ruth Bader Ginsburg, de la Corte Suprema de Estados Unidos, ha cimbrado la política en el país y desatado una batalla entre el presidente Donald Trump, que busca llenar ya la vacante, y los demócratas, que reclaman esperar a que hayan pasado las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.
Lo que está en juego son temas como el aborto, o el Obamacare, contra los cuales el mandatario inició una guerra desde el inicio de su presidencia. Trump sabe que tiene la oportunidad de inclinar más la balanza de la Corte a su favor. Actualmente, los conservadores controlan 5 de las nueve bancas. Si nomina a un juez conservador, como se espera, serían 6-3.
Hasta ahora, pese a tener una mayoría, Trump no ha logrado siempre sus objetivos en la Corte Suprema porque el presidente de la Corte, John Roberts, a veces se ha unido a los jueces progresistas. Pero con una mayoría 6-3, temas como el aborto, la atención médica, los derechos de la comunidad LGBTQ y otros que el sector progresista ha enarbolado y defendido por décadas, estarían en peligro.
Los demócratas poco pueden hacer para dilatar o impedir la votación en el Senado. Tampoco es probable que más de 4 republicanos se decanten por retrasar la elección como para que eso sucediera.
Este año, precisamente, el máximo tribunal asestó algunos golpes a Trump, con todo y mayoría mínima:
El 15 de junio, confirmó los derechos de millones de estadounidenses homosexuales y transgénero. La administración Trump alegaba que la ley federal de 1964 que prohíbe la discriminación laboral “con base en el sexo” sólo aplicaba a las diferencias entre hombres y mujeres, pero la Corte falló en su contra. En este caso, el voto del juez conservador Neil Gorsuch, uno de los designados por Trump, se sumó al de los progresistas.
Tres días después, el 18 de junio, Trump recibió un nuevo golpe cuando la Corte Suprema falló en contra de poner fin al programa DACA que beneficia a unos 700 mil dreamers, jóvenes migrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos siendo niños, acompañados por sus padres. El presidente de la Corte, conservador moderado, se unió a los cuatro jueces progresistas, que consideraron que la forma en que Trump quería cancelar el programa era “arbitraria y caprichosa”, aunque aún existe la posibilidad de que, cambiando las formas, el DACA vea su fin con aval del Supremo.
En el tema del aborto, contra el cual están Trump y los conservadores, el 29 de junio la Corte Suprema revocó una ley de Louisiana que habría obligado a cerrar dos de tres clínicas de aborto en el estado. De nueva cuenta, fue Roberts quien inclinó la balanza hacia el bando de los progresistas.
Pero con un nuevo juez conservador –el tercero que nominaría Trump, después de Gorsuch y Brett Kavanaugh-, activistas temen que logros como el reconocimiento del derecho constitucional al aborto, o la ley de Cuidado Asequible, mejor conocida como Obamacare, se vengan abajo.