Decenas de migrantes hondureños partieron antes del amanecer rumbo a la frontera con Guatemala con propósito y esperanza de llegar tarde o temprano al sueño americano, Estados Unidos, a pesar de que las caravanas recientes han sido desarticuladas mucho antes de esa meta.
Mujeres, hombres, jóvenes, así como familias que cargaban niños pequeños, caminaban por una carretera muy transitada de seis carriles que sale de San Pedro Sula. Formaban pequeños grupos, y muchos de ellos conseguían viajes gratuitos hacia el cruce fronterizo en Corinto.
Hace algunos días circulaban convocatorias para formar una nueva caravana de migrantes, pero acudió menos gente de la que se reunió en enero. Esa caravana, que llegó a tener algunos miles de personas, fue dispersada por las autoridades guatemaltecas con gases lacrimógenos y equipo antimotines.
Los gobiernos de México y Guatemala han adoptado recientemente medidas más estrictas contra esas caravanas, presionados por Estados Unidos.
No obstante, esos grupos grandes de viajeros representan sólo una fracción de los flujos regulares diarios de migrantes, los cuales suelen pasar relativamente desapercibidos.
La semana pasada México empezó a restringir los cruces en su frontera sur a únicamente viajes esenciales, e incrementó los operativos para interceptar a migrantes en la región, en especial familias.
Entre los migrantes existen las esperanzas de que el gobierno del presidente estadounidense Joe Biden adopte una posición más compasiva hacia ellos, pero funcionarios de la Casa Blanca llevan meses intentando dejar bien claro que la frontera de Estados Unidos está cerrada.
Las autoridades en Estados Unidos están expulsando de inmediato a la mayoría de los inmigrantes que cruzan la frontera sur del país, aunque un elevado número de niños que viajan sin la compañía de un adulto ha generado problemas para su atención, ya que el gobierno de Biden ha dicho que no los deportará.
En Centroamérica, varias personas han pensado que lo anterior es un indicio de que, si llevan niños pequeños consigo, tendrán mayores posibilidades de que se les permita quedarse en Estados Unidos.
Muchos de los inmigrantes que han llegado a la frontera sur de Estados Unidos en los últimos años han salido de los países del llamado Triángulo Norte: Guatemala, Honduras y El Salvador. La violencia de las pandillas y la falta de oportunidades económicas son las principales razones por las que los migrantes dicen que se van.
La situación económica en las naciones centroamericanas ha empeorado debido a la pandemia del coronavirus y a dos enormes huracanes que sacudieron la región en noviembre.
El gobierno de Joe Biden ha dicho que desea gastar 4,000 millones de dólares para impulsar el desarrollo en esos países con el fin de atender las causas profundas que originan la inmigración.