”Jamás iría a juicio contra el club de mi vida, por eso me voy a quedar en el Barcelona”.
Palabra de Leo Messi con más valor que cualquier documento, incluso que el de un burofax, mayormente cuando no queda más remedio que interpretar su silencio durante 11 días, luego que se advirtió a los servicios jurídicos del FC Barcelona de que Leo el jugador argentino se desvinculaba del club azulgrana después de 20 años en el Camp Nou.
La notificación del rosarino es que su vínculo emocional pesa más que el contractual: si la única vía para escapar es la de denunciar a la entidad, en ningún caso mantendrá algún pleito contra el Barça.
No se trata solo de una concesión, sino que se interpreta además como una manera de claudicar por el contencioso que significaba su salida, un riesgo que no ha querido correr el jugador ni ninguno de los aspirantes a su fichaje, especialmente el Manchester City de Pep Guardiola.
Con 33 años, Messi cumplirá compromiso del contrato con el Barça, como lo requería la directiva, y el próximo 30 de junio quedará libre, cuando los socios ya habrán elegido al presidente sustituto de Josep Maria Bartomeu en unos comicios previstos a partir del 15 de marzo de 2021.
No es una cuestión cualquiera, porque si Messi quería salir era por su manifestación en la incompatibilidad con el presidente Bartomeu y no por ningún desafecto con el Club de su vida FC Barcelona.