Por Andrei Makhovsky y Gabriela Baczynska/Reuters
El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, ordenó ayer a la policía del país que aplaque las protestas en la capital, Minsk, lo cual supone una escalada de las tensiones tras una semana y media de manifestaciones multitudinarias contra su gobierno.
Así respondió el gobierno de Lukashenko a la cumbre de emergencia de la Unión Europea en la que gobiernos de Europa rechazaron los resultados de las controvertidas elecciones celebradas el 9 de agosto y en respuesta a la cual anunció la imposición de sanciones financieras contra las autoridades bielorrusas a las que el bloque acusa de fraude electoral y de reprimir las protestas.
"Nuestro mensaje es muy claro: detengan la violencia", dijo Charles Michel, el presidente de la cumbre de la UE. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que la lista de los afectados por las sanciones estará lista pronto.
"Se trata del pueblo bielorruso y de su legítimo derecho a determinar el futuro de su país", dijo. "La Unión Europea está al lado del pueblo bielorruso".
Lukashenko, exjefe de una granja colectiva soviética que se enfrenta a la mayor crisis de sus 26 años de mandato, culpa a los países extranjeros de provocar los disturbios y afirma que los manifestantes reciben financiación desde el exterior.
"No debería haber más disturbios en Minsk", dijo en declaraciones a la agencia estatal de noticias Belta, anunciando las nuevas medidas duras que aplicará la policía en la capital. "El pueblo está cansado. El pueblo exige paz y tranquilidad."
La policía ha mantenido un perfil bajo durante unas protestas multitudinarias celebradas en Minsk el domingo, las cuales se han extendido a algunas de las principales plantas industriales de Bielorrusia.
Ayer, los agentes de seguridad dispersaron una manifestación y arrestaron a dos personas en la planta de Minsk Tractor Works (MTZ, por sus siglas en bielorruso).
La policía también se hizo con el control del principal teatro estatal en Minsk, que se convirtió en un foco de protestas cuando su director, un exdiplomático bielorruso, fue despedido tras pronunciarse a favor de las manifestaciones de la oposición.
Lukashenko además ordenó el refuerzo de los controles fronterizos para evitar la afluencia de "combatientes y de armas", mientras que encargó a los servicios de inteligencia del país que localicen a los organizadores de las manifestaciones.
La UE quiere evitar que se repitan los violentos acontecimientos de la vecina Ucrania, donde un líder favorable a Moscú fue derrocado hace seis años en un levantamiento popular, lo cual no obstante dio lugar a la intervención militar rusa y al conflicto más mortífero vigente en Europa.