Joyce Elliott, senadora estatal de Arkansas fue segunda estudiante negra que permaneció en escuela secundaria pública local; la primera fue su hermana mayor.
Si es electa en noviembre, será la primera legisladora negra de Arkansas que llega al Congreso de esta historia.
Tras la campaña electoral en junio, Elliott colaboró en una manifestación contra el racismo en el Condado de White, con una población que tiene más de un 90% de blancos, y habló a los asistentes a la sombra de un monumento confederado.
Estas elecciones de noviembre son una “oportunidad para cambiar nuestra historia”, dijo a Reuters después.
“Realmente decidí que necesitaba competir porque podía ver un camino para ganar”.
En tanto que Estados Unidos lidia con una pandemia mortal de COVID19 que ha golpeado en forma desproporcionada a los afroamericanos y la reciente agitación por la brutalidad policial, un número récord de mujeres negras se están postulando para el Congreso.
Joyce es una de al menos 122 mujeres negras o multirraciales negras que se mostraron para postularse para escaños en el Congreso en las elecciones de este año.
Esta cifra ha aumentado de manera constante desde 2012, cuando era de 48, según el Centro de Mujeres y Política de Estados Unidos (CAWP).
A medida que la temporada de primarias llega a su fin, casi 60 mujeres negras siguen compitiendo, informó Collective PAC.
“Las personas se sienten cada vez más cómodas al ver diferentes tipos de personas en el Congreso. No sabes lo que es tener mujeres negras poderosas en el Congreso hasta que ves mujeres negras poderosas en el Congreso”, menciono Pam Keith, una veterana de la Marina y abogada, quien se postula en las primarias demócratas para un escaño en el Congreso de Florida.
