No son únicamente las secuelas físicas queda el sufrimiento moral. En el juicio de los atentados de enero de 2015 que sacudieron a Francia, los sobrevivientes del semanario Charlie Hebdo relataron durante esta semana su difícil reconstrucción, marcada por "pesadillas" y "ataques de ansiedad".
Simon Fieschi, desarrollador web de la publicación satírica, perdió siete centímetros en el ataque. La causa se debió a una bala de Kalashnikov disparada a quemarropa por los hermanos Chérif y Said Kouachi que se alojó en su columna vertebral.
"El dolor es de por vida. No puedes deshacerte de él", relató con voz serena el hombre, de unos 30 años, quien después de pasar nueve meses en el hospital ya no puede caminar sin la ayuda de una muleta.
"Estoy en un post-trauma y me quedaré allí el resto de mi vida. Es un esfuerzo mental cotidiano, un cansancio abismal", relata el desarrollador web, quien decidió seguir colaborando en Charlie Hebdo, pero "a tiempo parcial"
Los heridos, los que salieron de ahí milagrosamente sin ninguna secuela física, las familias, los amigos... "Ninguno de nosotros escapó a lo que pasó", afirma el director del semanario, Laurent Sourisseau, alias Riss, con voz profunda. Fue un "drama colectivo".
"La sensación inmediata después del ataque es que te cortan por la mitad, como si te robaran una parte de ti mismo", añadió Riss, que describe la sensación de "vacío" creada por la matanza, en la que murieron 10 personas.