Los presupuestos mundiales y nacionales para el tratamiento de las enfermedades mentales

Los presupuestos mundiales y nacionales para el tratamiento de las enfermedades mentales

Uno de los exilios que se impone como si se tratara de una cuestión racial es el que enfrentan las personas con discapacidades mentales y trastornos de personalidad. Muchos de los enfermos mentales dejan de ser en la acepción del derecho personas, desde el momento que enferman pasan a ser no personas, con lo que ello implica en el propósito jurídico de la etimología de la palabra. Son los que no tienen la tríada de elementos que los convalida dentro de una unidad social, no son parte del entramado del mundo compartido de significado debido a la discapacidad, debido a que no simbolizan muchos de ellos el mundo de la misma forma que las demás personas y debido a que no pueden -no siendo en todos los casos- valerse de las tecnologías sociales para hacer una vida común con los demás. Viven en las comunidades de las personas “normales” desde el ámbito de lo añadido, de lo que es problema, de lo que es inútil, de lo que está como objeto entre los objetos. Lo más decisivo es que al ser no persona son desechables, la desechabilidad los excluye del mundo de los otros y del mundo social cotidiano, son lo no cotidiano, son lo que es nuda vida sin atributos de los emblemas sociales. Su carácter es el estigma y la exclusión.

 

La sociedad en sus versiones políticas ha tratado de lidiar con ellos desde el ámbito jurídico se les trata como parte de la presupuestación económico-financiera desde modelos de salud que muchas veces han consistido de medicarlos y controlarlos en un modelo punitivo de su conducta, marginados de toda conexión con el mundo social compartido, recluidos, excluidos y escondidos de la mirada pública, por vergüenza, por desprecio, por odio, por inutilidad.

 

Los presupuestos expresan las incapacidades de la política y del poder, así como del conocimiento para explicar la forma de lograr incluirlos o dar un marco de relaciones que no los trate de estos modos, la forma de los modelos médicos disciplinarios y punitivos, hoy día trata de hacer que ellos mismos se validen en los sectores de autonomía y de capacidades de auto sustentabilidad y autosuficiencia en el plano económico, personal y laboral. Excluyendo su vida personal, amorosa y erótica que es siempre imposible desde un margen de asepsia y limpieza o eugenésica genética que no propague sus discapacidades hacia nuevas generaciones. Los modelos actuales generan la idea de un sujeto económico sin una forma de aceptación de una formación afectiva que valide su propia identidad y significación del mundo como parte de la política cultural de las emociones.

 

La subsistencia de un modelo emocional en la cultura que válida a la sociopatía normalizada de asesinos de mujeres o de políticos que exponen a la población a procesos necropolíticos o necroeconómicos. Que exponen a sociopatías donde la empresa crea dinámicas ezquizoides con las cuales la gente crea marcos de referencia comunes que generan una autoexplotacion sistemática que todos ejercen sobre sí mismos como empresarios neoliberales de un estilo de vida. Significa un modo de vida que acepta a los sociopatías y las sociopatías en las personas pero que al producirse producen muerte y ganancias económicas.

 

El modelo económico de este modelo cultural de las emociones supone una validación de personas que producen incluso muerte como política normalizadora de la muerte y de la sociopatía. Cómo es el feminicidio y la violencia creciente como forma de vida. Vemos todos los días la violencia y la violencia a la mujer como moneda de cambio de las interacciones cotidianas, algo va mal. Pero ese modelo socioeconómico está en la producción del consumo, películas atestadas de violencia, series, noticias, animosidades, peleas, crisis de valores, y ese modelo protesta de la enfermedad mental bajo ese proceso.

 

La dinámica del poder y del dinero marcan quien es parte del mundo compartido, pero a veces ese mundo es sociopático, es la normalidad de la enfermedad mental funcional y productivacomo forma de vida y de estilo de vida como un diseño específico de la persona. Anoréxicas, bulímicos, burn out, outsoursing, desempleo, crimen, que es a dosis homeopáticas el trajín del día a día.

 

El modelo económico del modelo cultural de las emociones hace que la producción económica deslice sus imprecaciones en modos de privatización de las emociones que se producen bajo esquemas administrativos y culturales, se venden emociones enlatadas para controlar el régimen de ganancias de los productos de la cultura mercantil, la desafección hacia los matices de los sentimientos y de las formas de aseguramiento de la sensibilidad se desrealiza a las personas y las mantiene medicadas, funcionales y productivas en forma de dinámicas de patologías generales. Gente que se siente mal de manera crónica y toma Prozac para sentirse bien, gente que no puede dormir y que se medica con antipsicóticos o con ansiolíticos ante el asalto de las carencias en el orden de la sensibilidad, gente que se droga para sentir lo que de común está muerto en ellos, bebedores que se anestesian con la bebida.

 

El cóctel abarca la patologización de manera general es el modo en el que opera el modelo y las políticas culturales de los afectos, es el camino de la mecanización extraña y funcional que redime su lógica en convenir en que su forma económica o el modelo económico de la producción va antes que la vida. La vida se atreve a tener como contraparte que la acosa a una forma de modelo donde la muerte es el centro, acumular riqueza extinguiendo, algo sin emoción y sin vida, la ecología despojada de ese sentido de la vida, y de los sentimientos concretos como esos de sentarse en el pasto a ver la tarde, respirar el aroma a la tierra mientras se ve el paisaje, el tener un aire limpio para respirar, la inteligencia debía ser sintiente, las emociones de ese tipo se debían mostrar en el ámbito ecológico, el planeta siente y tiene emociones como una catarata efusiva, o una montaña musical.

 

Los mecanismos de extinción que llevan a las pandemias son las mismas que avisan que el enfermo mental es no persona, las personas que trabajan para integrarlos o verlos dentro de las instancias comunes los ven en la exclusión del modelo y políticas culturales de las emociones porque ellos promueven la producción en los términos a secas y los enfermos parecen haberse cansado del modelo necesitan un nuevo modelo como la ecología y el feminismo, el planeta mismo.

 

Los enfermos mentales y todas las personas patologizadas por el modelo económico son a la base de esto el proceso de movilización y crítica social de lo que implica el desarrollo de la base de una nueva sensibilidad que no encontraremos en más modelos económicos que guíen el modelo y las políticas culturales de las emociones del mismo modo cómo se han dirigido hasta ahora en el campo del tratamiento de la enfermedad mental y de la realidad entera. Los presupuestos mundiales y nacionales sobre este tema de la enfermedad mental son expresiones de este régimen de verdad de esta guerra de época en una sensibilidad que remueve sus propios procesos porque ya decanta hacia la decadencia de sus propósitos. El problema es que el dinero, se guía por ideas que han colonizado los procesos de jerarquía y verdad de los especialistas y de las soluciones que expresan en cuanto la forma de los tratamientos.

 

La psicología y la psiquiatría tienen el déficit de coludirse con el modelo económico en el vector de la normalidad y la patología haciendo que la patología se normalice en el medida de sus decisiones que son normativas y que no atienden o son ciegas a los ámbitos de sus propios fundamentos emocionales, entonces hablar de riesgo es pensar en que la biogenética que no posee patologías expresadas en la operación de los cerebros y las mentes implica una lucha por aquellas razas que son pensadas desde este parámetro de la normalidad cómo razas superiores frente a las inferiores enfermas a las que se les combate no con tratamientos sino a base de una política de la propia disciplina, la farmacéutica y el poder, que revela las bases económicas que la fundan en un modelo y políticas culturales de las emociones que son legitimadas por el modelo económico y por el estado.

 

Una nueva economía basada en nuevas ideas y nuevas políticas disciplinares que se liguen a nuevas políticas culturales de las emociones con las que se construyan las ideas innovadoras que hablen de otras o de las propias emociones vividas de cuerpo presente en la vida social y en la experiencia humana.

 

Gracias a Tania Chanel Castillo de INCLUYEME por la conversación y entrevista sobre que le falta a las ONGs de la ciudad para atender el problema de la enfermedad mental que es la base de este texto.

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