Bolsas negras que simulan contener cadáveres maniatados con nombres de funcionarios, incluyendo al presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, además de la dirigente de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, fueron colgadas ayer de la reja de la casa de gobierno durante una movilización escasa convocada por Propuesta Republicana (PR), que encabeza la alianza derechista Cambiemos.
“La forma de manifestarse en democracia no puede ser exhibir frente a la Casa Rosada bolsas mortuorias con nombres de dirigentes políticos”, escribió en su cuenta de Twitter el presidente Fernández y consideró que esto demuestra “cómo muchos opositores conciben la república. No callemos ante semejante acto de barbarie”.
Fue imposible no asociar esta exhibición macabra con los sucesos de la última dictadura cívico-militar, que muchos de los integrantes de esa alianza defienden hasta ahora.
Estos mismos manifestantes, que desde abril de 2020 convocaron a marchas contra la cuarentena, negaron la existencia del virus y llamaron “totalitario” a la autoridad, y luego denostaron la primera vacuna anunciada por el gobierno, la Sputnik V, arguyendo que era la inoculación del “comunismo”, hoy pedían “Devolveme la vacuna”.
En realidad, Cambiemos quedó presa de su propia campaña antivacuna, ya que comenzó tardíamente la inmunización aquí en la capital gobernada por uno de sus principales dirigentes, Horacio Rodríguez Larreta, hoy acusado de enviar las dosis a obras sociales privadas sin haber convocado a la mayor obra social del país, que pertenece al Programa de Atención Médica Integral, que agrupa a millones de jubilados.
En momentos en que la población participa en el proceso de vacunación contra el Covid-19, que avanza en las provincias, la acción del gobierno capitalino se demoró.
La marcha opositora llegó a Plaza de Mayo, y aunque escasa con respecto a las primeras del año anterior, las macabras expresiones y la violencia de las consignas sorprendieron incluso a algunos integrantes de esa oposición.
La derecha Argentina apostó nuevamente a la muerte, a no respetar los protocolos y a intentar una acción violenta en Plaza de Mayo y la Quinta de Olivos, señalaron diversos medios anoche.
El Instituto Espacio para la Memoria (IEM) repudió las recientes manifestaciones. “Si en cualquier situación esa demostración constituye un despliegue amenazante e inquietante de expresiones neofascistas, en nuestro país remiten a lo peor de la metodología siniestra utilizada por la última dictadura, que dejó la irreparable pérdida de 30 mil detenidos-desaparecidos”.
El instituto añadió: “No nos es ajeno que, en el marco de un año electoral y con el recrudecimiento de las actuales estrategias de dominación, en donde los llamados medios hegemónicos ocupan un lugar fundamental en la desinformación y divulgación permanente de noticias falsas, estas modalidades perversas apuntan a la desestabilización del gobierno elegido por el pueblo”.
El IEM está encabezado por el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, de Madres Fundadoras de Plaza de Mayo, entre otras importantes personalidades.
El jefe de gabinete, Santiago Cafiero, advirtió que “es peligroso para nuestra democracia que sectores de la oposición insistan en profundizar los discursos de odio”. El viceministro de Salud Pública, Nicolás Krepalk, atribuyó las manifestaciones a “dirigentes políticos que fundieron el país y siguen dando recetas de fracasos rotundos”.
Al advertir la reacción social y el repudio, los manifestantes señalaron que se había vacunado al ministro de Economía, Martín Guzmán, de 38 años, quien es un trabajador esencial por sus constantes viajes al exterior.
Lo más grave es que el ex presidente Mauricio Macri respaldó la marcha, que también convocó la polémica ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Macri no aludió a los falsos cadáveres, pero se dijo “contento de ver cómo una vez más los argentinos se movilizan, demostrando que no van a permitir los abusos y atropellos del gobierno”.