Un joven técnico apagó la electricidad en una torre celular en una zona rural de México para comenzar un mantenimiento de rutina. A los 10 minutos, tuvo compañía: tres hombres armados, pertenecientes a uno de los más importantes cárteles de la droga en el país.
Los traficantes tenían un interés particular en esa torre, propiedad de American Tower Corp, con sede en Boston, que alquila espacio a los operadores en sus miles de sitios celulares en México. El cártel había instalado sus propias antenas en la estructura para dar soporte a sus radios bidireccionales.
De forma involuntaria, el contratista había dejado inoperativa la red clandestina. Al final, los visitantes lo dejaron salir tras darle una advertencia. “Vas acostumbrándote a convivir con ellos y a saber cómo responderles y ver cómo hacerles notar que no escondes nada, que no tienes nada, que no generas un peligro para ellos”, agregó.
Los traficantes a menudo erigen sus propias antenas de radio en zonas rurales. También instalan antenas llamadas “parásito” en las torres de telefonía celular existentes, superponiendo su red de comunicaciones criminales sobre la red oficial.
Al aprovechar la infraestructura de las compañías de telecomunicaciones, los cárteles ahorran dinero y evaden la detección, ya que sus propias torres son más fáciles de rastrear y derribar, según expertos de la policía.
“Hay una sensación de impotencia en México“, dijo Duncan Wood, director del Instituto México del Wilson Center en Washington. Añadió que las compañías sienten que “no pueden responder a problemas como este porque temen represalias de grupos que esencialmente disfrutan de impunidad”.
Tratar con delincuentes en persona es más complicado, explicaron los técnicos, y requiere diplomacia y una cabeza fría. Algunos mencionaron que sus interacciones han sido cordiales, casi amigables. Otros señalaron que han sido amenazados, detenidos y a veces han temido por sus vidas.
Los cárteles y otros grupos criminales a veces exigen que los trabajadores de telecomunicaciones realicen un pago por “seguridad” o “cuotas” para realizar el mantenimiento y otros trabajos, según cinco personas que han trabajado para proveedores de América Móvil, la firma de telecomunicaciones de Slim, así como para American Tower y AT&T.
Las radios son una herramienta indispensable para los cárteles y son parte de sus tradiciones. Incluso existe un narcocorrido que describe a los miembros de la organización de los Zetas hablando por sus teléfonos bidireccionales.
Cuando se trata de comunicarse en tiempo real con grandes grupos, la radio es difícil de superar. Estas redes a menudo están encriptadas y, a diferencia de las redes celulares, la ubicación de alguien que usa una radio no se puede identificar fácilmente, dijo Paul Craine, exdirector de las operaciones de la DEA en México y América Central.
Los cárteles han secuestrado a trabajadores que realizan tareas de mantenimiento en torres celulares para que arreglen sus redes, afirmaron personas que trabajan en el sector. Los especialistas generalmente son liberados después de unos días, si no antes. Quienes hablaron con Reuters mencionaron que viven aterrorizados de ser obligados por los traficantes a hacer ese trabajo.