Sus lágrimas y el recuerdo de sus seres queridos reflejan un entorno de violencia que padecen cientos de familias en Guanajuato.
La guerra entre los cárteles que se disputan el territorio no da tregua en varios municipios, por lo que ha dejado decenas de viudas y huérfanos.
Paola Rojas, esposa de una de las víctimas, narró el viacrucis que se vive.
Te cambian completamente la vida, porque lejos de llevárselos sólo a ellos, te quitan todo, te quitan los planes, los proyectos de vida que tenías con esa persona”.
Paola fue testigo de cómo se llevaron a su esposo secuestrado unos minutos después de que fue liberado de los separos de la policía municipal de Silao, el 17 de julio de 2020.
Un día después, su cuerpo apareció mutilado en la carretera que conduce de Apaseo el Alto, Guanajuato, a la ciudad de Querétaro.
La necropsia dice que, primero, lo torturaron, que lo seccionaron vivo y la causa de muerte fue decapitación”.
Otro caso es el de María Guadalupe Gallardo, quien, junto con cuatro hijos, vio cuando hombres armados ingresaron a su domicilio el 3 de diciembre de 2019, en Irapuato, para llevarse a su esposo.
Se metieron a la fuerza, llegaron diciendo que eran policías federales, pero cuando me percaté que no eran patrullas y no traían placas pensé que eran señores del crimen organizado”.
Un mes después su cuerpo fue localizado en una fosa clandestina.
El analista en seguridad, David Saucedo, lamentó que “son hogares que están quedando incompletos y fracturados, para los cuales no existe esquema o acompañamiento educativo, de reinserción social para las viudas, es decir, se convierten en familias disfuncionales”.
En Guanajuato no existe una cifra oficial de cuántos hogares se han quedado incompletos por la pérdida del sostén económico de una familia a manos del crimen organizado.
Sin embargo, de enero a julio de este año, esta entidad registra mil 711 homicidios dolosos, la cifra más alta a nivel nacional, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública (SESNSP).
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