La mañana del 19 de septiembre de 2017 decenas de padres de familia preparaban y dejaban a los más de 300 alumnos del Colegio Enrique Rébsamen, al sur de la ciudad por los rumbos de Coapa. Cuatro días antes habían celebrado las fiestas patrias del 15 de septiembre. Los adornos en el plantel lo decían todo.
Para la 1:20 de la tarde el colegio ya se había derrumbado, se cayó minutos después del temblor de ese día, donde murieron 19 niños y siete adultos.
A las 6:20 de la tarde llegue al lugar. Aún desfilaban en camillas niños sobrevivientes y otros ya no. Era un mundo de gente. La solidaridad volcada desde el primer momento. De todos lados llegaba la ayuda para rescatar a los pequeños. Los propios padres de familia se metieron a los escombros para buscar a sus hijos. Unos niños que salían del terror de los que fue su escuela eran llevados a hospitales. Otros al Servicio Médico Forense.
Transcurrían los minutos, las horas, muchos padres de familia no sabían de sus hijos. Les cayó la tarde, la noche, la madrugada. Desfilaban funcionarios, desde la entonces delegada en Tlalpan, Claudia Sheinbaum, hasta el presidente Enrique Peña y el jefe de Gobierno, Miguel Mancera.
Eran como las 12 de la noche cuando sentado en un pedazo de concreto me encontré al señor Eduardo Arias. Buscaba desesperadamente a su hija Alexandra Arias Cordero. Tres días después me dijo que su niña murió salvando a cinco niños.
Ella, está pequeña de 12 años, ya había salido de la escuela tras el sismo. Se encontraba en la calle, pero cuando escuchó que se colapsó el Colegio Enrique Rébsamen, regresó a ayudar a los más pequeños.
“Mi hija estaba cursando en el colegio el segundo grado de secundaria. En ese momento por lo que yo platique con sus compañeritos estaban en la clase de yoga en el Salón de Espejos, que estaba en la parte alta del colegio. Y en ese momento lo que también me comentan sus amiguitos es que ella sí logro salir del colegio”.
“Ya estaba en la calle, pero al escuchar el derrumbamiento, al escuchar los gritos y todas las situaciones que se estaban presentado, mi hija regresó y sacó a cinco pequeños de preescolar que estaban gritando obviamente por la situación al no saber lo que estaba pasando. En ese momento mi hija al regresar por el sexto niño se le colisiona o se le viene abajo lo que es la parte de preescolar y lamentablemente fallece con este pequeñito en brazos y mueren los dos de asfixia”, narra el padre de Alexa.
En las casi 50 horas continuas que estuve en ese lugar, donde pasé de reportera a voluntaria, a sacar cascajo, a repartir agua, tortas o auxiliar a los heridos para mantenerme en la “zona cero” en la que vives la tragedia al rojo vivo porque nadie te enseña como reportear o cubrir terremotos. Las labores de rescate de marinos, militares, voluntarios, civiles, bomberos y policías fueron incesantes.
Ahí estaba también Víctor Serrano, el joven que no tiene pies, pero tampoco tiene límites para ayudar.
“Fue algo que me dolió mucho, muy sincero soy, ya había comentado anteriormente que ya tuve una pérdida de un familiar que es mi hermano. Conozco el dolor de las personas que perdieron a algún familiar. Yo quería ayudar mucho, en primera porque son niños y porque ya sentí el dolor de perder a alguien”, dijo el rescatista.
En la avalancha de la información decían que había otra niña atrapada junto con sus compañeritos. Se hacía todo lo posible para rescatarlos. Nunca pararon las labores. Sólo a la 1 de la mañana del jueves sacaron a todos los rescatistas pues lo que quedaba del derrumbe estaba a punto de colapsarse aún más a consecuencia de la lluvia de la noche del miércoles había reblandecido el lugar que apuntalaron con cientos y cientos de polines como luce hoy, tres años después.
La dueña del Colegio Enrique Rébsamen, Mónica García, está detenida y acusada de homicidio culposo y por el presunto uso de documentos falsos. Esta semana, a tres años de la tragedia, Miss Moni comparece ante un tribunal de enjuiciamiento del Poder Judicial de la Ciudad de México, donde podría definirse si es culpable por la muerte de 26 personas el 19 de septiembre de 2017, tras el sismo registrado en la Ciudad de México.
Ya son tres años y no debemos olvidar a las víctimas no del sismo, sino de la corrupción y negligencia que dejó 26 víctimas mortales en el Rébsamen. En esos días experimente desde los más profundos silencios hasta la más grande solidaridad, desde la amenaza del militar que me dijo: “Usted no me engaña, usted es reportera. Salga de aquí. Hasta la mamá que pidió el celular para avisar a su familia que su pequeña estaba en la lista de los fallecidos”.
Verónica Méndez/Colaboración Especial