El cambio climático ya está “democratizando” enfermedades en el mundo. Infecciones ubicadas en poblaciones pobres empiezan a atacar a habitantes de países desarrollados.
Brotes de dengue, chikungunya y zika, tradicionalmente padecidos entre poblaciones marginadas de países en desarrollo, son un potencial riesgo para naciones con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) muy alto, incluidas las europeas, a medida que se calienta el planeta, alertó el nuevo reporte 2021 The Lancet Countdown sobre salud y cambio climático: código rojo para un futuro saludable.
El estudio dado a conocer a unos días del arranque de la cumbre climática de Glasgow, Escocia, también advirtió sobre las consecuencias de una respuesta tardía e inconsistente de todos los países sobre el manejo de las enfermedades; además, de la creciente amenaza de revertir años de progreso en salud pública para controlar padecimientos infecciosos como malaria, dengue y cólera.
Una de las previsiones que va al alza para los países con un IDH bajo, indicó, es la posibilidad de que surjan brotes de malaria en las zonas montañosas más frías.
Así, los fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, lluvias torrenciales e inundaciones, por ejemplo, además de crear riesgos simultáneos e interconectados en la transmisión de enfermedades, también exacerban la inseguridad en materias alimentaria, hídrica y financiera, sobre todo en las poblaciones más vulnerables o con un IDH bajo, lo cual representa desafíos clave.
De acuerdo con el informe, el cambio climático empieza a revertir años de mejora en el abordaje de la inseguridad alimentaria e hídrica, que impactan a las naciones más pobres, pues en 2020 hasta 19% de la superficie terrestre del planeta se vio afectada por una sequía extrema y superó el 13% registrado entre 1950 y 1999.
Suiza.
Este informe de The Lancet publicado desde 2015 se basó en 44 indicadores que muestran los efectos directos del cambio climático en la salud y el empeoramiento de las desigualdades sociales en el planeta.
Uno de los indicadores calculó que en 2020 hubo un aumento persistente en la exposición a olas de calor de personas vulnerables, como las mayores de 65 años, lo que representó tres mil millones más de exposiciones persona-día al calor extremo que el promedio de 1986 a 2005. Asimismo, los niños menores de un año se expusieron más al calor que en años anteriores.
En materia laboral, entre las afectaciones destacó el tiempo perdido igualmente debido al exceso de calor, sobre todo en los países con un IDH bajo; es decir, durante 2020 se perdieron 295 mil millones de horas potenciales para trabajar, con una afectación de 79% en la agricultura.
Las poblaciones de países con niveles bajos y medios de IDH han registrado el mayor aumento en la vulnerabilidad al calor durante los últimos 30 años, lo cual agrava los riesgos a la salud “por la baja disponibilidad de mecanismos de enfriamiento y zonas urbanas con espacios verdes”.
En Estados Unidos y Canadá, por ejemplo, que son naciones con un IDH alto, las olas de calor, los incendios forestales y las sequías originaron mayores problemas a la salud y a los medios de vida de las personas, los cuales no habrían sucedido si no fuera por el cambio climático, causado por las actividades humanas.
Con el ritmo actual que lleva el recorte de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, “el sistema energético tardaría más de 150 años en descarbonizarse por completo”, lo cual perfila un aumento de la temperatura global promedio de aproximadamente 2.4 grados centígrados para 2100. Asimismo, resaltó que hay países que aún destinan subsidios públicos para los combustibles fósiles, lo cual ralentiza la descarbonización de las economías.
El informe, en el cual participaron investigadores de 43 instituciones académicas y agencias de Naciones Unidas, halló que el gasto posterior a la pandemia de covid-19 para la recuperación económica representa una amenaza, pues empeorará la emisión global de gases de efecto invernadero y previó que sólo 18% de los recursos comprometidos conduzca a un recorte de las emisiones.
Así, la recuperación económica pospandemia, de acuerdo con The Lancet Countdown, llevará a un aumento de 5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero en 2021, lo cual significa que volverán a niveles máximos, alejándose de las metas del Acuerdo de París.
Las naciones con IDH bajo y medio serán las más afectadas por el cambio climático, porque mientras más se caliente el planeta, las sequías seguirán acechando la seguridad alimentaria e hídrica, que tan sólo en 2019 impactó a dos mil millones de personas a nivel global.
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