Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos con una agenda antiinmigrante muy fuerte. A casi cuatro años de gobierno, el político republicano se ha mantenido fiel a las promesas, excepto a una.
A través de toda la campaña de 2016, el ahora mandatario prometió deportar a millones de personas que vivían en el país sin documentos. "Tenemos al menos 11 millones de personas que vinieron ilegalmente a este país. Ellos se van a ir", declaro Trump en un debate durante las primarias republicanas.
De acuerdo con un desplegado de Migration Piolicy Institute (MPI) publicado recientemente, la aplicación de la ley de inmigración en el interior de Estados Unidos durante el gobierno de Trump se ha quedado por debajo de sus promesas y de lo hecho por su predecesor, el demócrata Barack Obama, conocido por la comunidad migrante como el "deportador en jefe".
"Los arrestos y deportaciones por motivos de inmigración han adquirido un perfil más alto bajo Trump debido a las operaciones de aplicación de la ley en el lugar de trabajo altamente visibles y al aumento de los arrestos en vecindarios residenciales y lugares sensibles como juzgados, entre otras tácticas", puntualizo en su investigación el MPI.