A veces de vez en vez podemos ubicar al arte como uno de los temas que necesariamente cuestionan la capacidad de pensar en las previsiones sobre la sensibilidad, las vías racionales y abstractas que definen ámbitos de solución a los problemas del mundo tienen un planteo distinto en el arte.
Ya sea por su sensibilidad o por las condiciones de las emociones o por el hecho de desujetarnos de las características con las que a menudo pensamos las cosas, el arte nos plantea escenarios donde podemos plantearnos la vida desde otros puntos y coordenadas.
La instalación es uno de esos casos es la instalación, los límites de la flexibilidad del uso del espacio, es un espacio que crea una dimensión extra a las condiciones de la cotidianidad por el establecimiento de un lenguaje que habla través de un espacio que acogerá y suscitará una contradicción con la naturaleza del espacio. Incluir en un espacio un lenguaje de otra naturaleza que habla con las otras artes para crear un paisaje. Espacializar con objetos el espacio, como un lenguaje diferente del de la arquitectura del espacio donde se aloja.
El lenguaje choca con el otro lenguaje y expone en el choque la capacidad de un impacto estético y emocional que aloja en su seno el poder de una expresión que se hace a través de la danza, la pintura, la fotografía, la música, los objetos tecnológicos, es decir de las piezas de todo otro arte que se alojan en un otro espacio que recibe desde su propuesta una necesidad de teatralización de lo que la intertextualidad de las piezas relata.
Es esta la intertextualidad la idea de que una narración de la pieza en su propio contexto señala un modo de inteligibilidad donde su referente considerado como parte del signo ideológico de algo implica una lógica de su propia idea, debemos dar un ejemplo muy concreto, en la historia del arte una de estas demostraciones la dio Marcel Duchamp al llevar para una instalación un mingitorio para ponerlo en una sala de museo, el texto original relata la acción de ir al baño, pero en el museo constituyo una subversión y un escándalo, la estética del acto de ir al baño y la de poner el mingitorio en la sala del museo relatan un contraste, un conjunto de ideas que chocan y causan shock y se presta a una lectura distinta de lo que significó ese cambio de relato.
Esa intertextualiad ocurre en toda instalación y ocurre con cierto desempeño como una lógica de la teatralidad, una teatralidad que aduce un mecanismo donde la estética performa un desempeño que la pieza en un texto ajeno, en un relato distinto proporciona como camino para entender un conjunto de ideas que desafían las normas del relato de la sala de museo, del aeropuerto o del lugar que aloja la instalación.
De ese modo la idea recompone las ideas de ese espacio y genera una nueva densidad, se lee el espacio de otro modo y cambia los modos de percepción del mundo y la realidad de siempre de ese espacio. Pero como todo se sostiene en otro concepto que es la intermedialidad, el espacio y la performatividad del espacio, es decir su desempeño son provistos de una capacidad de ser medio e intermediario para la expresión aquello que compone la instalación, es intermediado por el espacio.
No es lo mismo poner el mingitorio en un museo que ponerlo al paso en una de las habitaciones de un corporativo, se lee de modo distinto nos impacta de manera distinta, no es lo mismo poner una ballena de plumas de ave en un muelle en las cercanías de Belfast que en el aeropuerto de Londres, media cosas distintas del desempeño y de cómo actúa el lenguaje o de los propósitos de un artista para presentar su obra.
De modo que se puede en un segundo nivel articular condiciones del significante del lenguaje de manera que puede acomodarse a la dinámica del lenguaje del espacio arquitectónico que aloja a la instalación. Por ejemplo, a la artista de las ballenas de plumas de ave se le puede ocurrir hacer una gira para poner ballenas o peses en las cercanías a los muelles más importantes de las ciudades principales a nivel global con el propósito de abundar sobre el tema del cuidado de las especies marinas, pero al mismo tiempo jugar con la fantasía y la imaginación de quienes perciben sus obras o dar mensajes distintos en cada muelle con la propia multiplicidad de aspectos de la estética de sus instalaciones.
Desde luego se puede jugar con la unicidad del sitio, con la especificidad del lugar en el collage de todas las intertextualidades de cada uno de los procesos de poner una instalación hacen que cada instalación sea única, no es lo mismo la sala de espera del aeropuerto de Londres al de la Ciudad de México. No es lo mismo el puente de San Francisco que el Museo de Louvre, instalar es crear para el espacio un lenguaje único, la idea de instalar le cede al espacio un carácter de único a ese espacio, su especificidad puede estar bajo una óptica de la percepción muy distinta si en un mismo edificio ponemos la instalación como por ejemplo en el patio de la SRE que en el interior de la propia SRE, en las islas de la UNAM que en el MUAC.
Y este es un tercer nivel del lenguaje, acá no es el desempeño de la intermedialidad sino los resultados de la ubicación que hablan de una tercera estética y de un nuevo modo de alojar el choque de las ideas, es la idea de que la forma de los conceptos al estar en estas tres modalidades de su proceso expresivo constituyen un régimen pos-conceptual donde cada uno debe dejarse habitar por la expresión y el contenido de lo que se puede vivir frente a la instalación y para eso no se puede más que sentir, sentir estar en medio de esas piezas que son la escritura automática en la sensibilidad de cada audiencia en estos espacios, y desde luego como se trata de un impacto está casi asegurado que cada quien las viva distintos, desmontando un canon de que es lo que hay que sentir para enfocarse en lo sentido como forma que actúa.