Las Moscas del Mundo

Las Moscas del Mundo

Según el libro del Éxodo, del Antiguo Testamento y la Torá, la cuarta de las diez plagas que Dios provocó para azotar a la población egipcia, a fin de que se dejara libres a los esclavos, fue la invasión de las moscas. Se narra que Moisés exigió al faraón en turno la liberación del pueblo hebreo y, ante la negativa de éste, levantó su vara y un gran enjambre de estos insectos irrumpió en la toda la región, sin tocar por supuesto la Tierra de Gosén.

 

Como ya se sabe, sólo después de la última calamidad, los hebreos pudieron dejar Egipto. Moscas, reino animalia, filo artrópodo, clase insecto y orden díptero, es el nombre con el que designa a diferentes especies poseedoras de un par de alas para elevarse por los sucios aires de este mundo. Sus ojos, compuestos de múltiples y complejos lentes individuales para detectar la luz, no gozan de párpados, por lo que son asiduamente frotados para mantenerlos siempre limpios. Su cuerpo está cubierto de sedas sensoriales con propiedades especiales para determinar diversas condiciones del entorno, como la temperatura, el viento y la humedad, así como sus patas, también peludas, les permiten “oler” y “probar” sus alimentos, además de facilitarles trepar superficies lisas sin problema alguno. Por ello, de modo constante, están frotando éstas para lustrar perfectamente sus sensores y tenerlos listos para la ocasión.

 

Las moscas se hallan en casi cualquier latitud, altitud y clima posible, hecho que hace que su presencia en todos los ecosistemas terrestres sea de suma importancia. Son descomponedoras naturales indispensables en el consumo de cadáveres de animales, materia fecal y vegetales en putrefacción. Ellas reciclan nutrientes y los ponen a disposición de las plantas. Pero, así como tienen un papel importante en la cadena alimentaria, también son responsables de daños en cultivos, de secuestros y matanzas de arañas y libélulas y de la transmisión de feas enfermedades infecciosas como el cólera, la salmonelosis, el tracoma, la disentería y la fiebre tifoidea.

 

Su ciclo de vida ocurre en cuatro fases: huevo, larva, pupa y adulto. En general, su promedio de vida es de 15 a 25 días. Y es éste el principal motivo, aquí, de interrogantes. ¿Qué hace una mosca cuando no se ocupa de la difícil tarea de ser mosca? Por ejemplo, ¿ellas descansan y duermen? La respuesta es un definitivo sí. Las moscas reposan aproximadamente 10 horas por la noche y es cuando su metabolismo y sus estímulos sensoriales trabajan más lento. Es en esos momentos cuando permanecen inmóviles y, al parecer, sin reacción a estímulos externos. Seguro es cuando se cree, o se consigue, darles un periodicazo. Además, como todos los animales con sistema nervioso central, duermen, aunque en períodos muy pequeños durante el curso de su jornada de descanso. Cualquiera pensaría que, si su vida es tan corta en días humanos, la naturaleza debió hacerlas menos dormilonas, pero, curiosamente, y a diferencia de otras especies, el sueño no tiene en ellas un papel biológicamente importante para su supervivencia, ni una función evolutiva necesaria. Entonces, las moscas, sin tanto rollo, duermen y descansan por puro lujo.

 

¿Las moscas disfrutan volar? A primera vista se pensaría que sí, pues se les ve caminar poco, sobre todo en cristales, paredes y cornisas. El vuelo de las moscas es evidentemente complejo. Ellas mueven sus alas a una frecuencia cercana a los 200 Hz; es decir, 200 veces por segundo se activa un extraordinario ensamblaje que implica alas, diminutos músculos y un flexible tórax a fin de generar difíciles y acrobáticos movimientos, como lo es el aterrizar boca abajo en un techo. Además de sus dos alas, ellas poseen un par de alas falsas, de menor tamaño, que les ayudan a dominar su posición espacial durante sus desplazamientos aéreos. Y la velocidad a la que lo hacen es en promedio de 6 km/h. Respecto de la visión, los ojos de las moscas registran imágenes estáticas y las envían a su cerebro, como destellos, a un ritmo de 250 por segundo, mientras que un humano lo hace a 60. Aparte, su visión es de 360 grados, aunque no perfecta, pero sí bastante más panorámica que otros animales. Entonces, ¿disfrutan del vuelo y del paisaje que contemplan al ejercerlo? ¡Sí! Todos los reportes indican que ellas, incluso, vagan sin oficio ni beneficio y pueden hacerlo en un día hasta por 10 y, en casos extremos, ¡32 kilómetros! ¡Vaya flâneuses!

 

Otra cuestión importante es si las moscas tienen un platillo favorito, además de atascarse de desechos de animales y materia orgánica en descomposición. Antes hay que decir que, al no poseer dientes, ellas deben escupir, vomitar y, por si no fuera poco, defecar sobre sus alimentos para así poder engullirlos. Al parecer, no son muy educadas e higiénicas en la “mesa”. Pero más allá de eso, el punto es saber qué más las deleita a la hora de la comida, que sucede, por cierto, tres veces al día. Pues bien, como era de esperarse, dos exquisiteces: el azúcar y el almidón, contenidos por lo regular en frutas muy maduras y en la cerveza. Es cierto que tales componentes, junto con el agua, son importantes para mantenerse con vida y para la producción huevos de buena calidad, pero ya es un exceso que, como se escribe en diferentes publicaciones especializadas en la web, las moscas caseras, en particular, intentan mantener ¡una dieta balanceada! Pero no todo termina ahí: olores como los de las frutas maduras, la miel y las flores estimulan en las moscas su apetito sexual. Entonces, las moscas de casa, primero, se mantienen fieles a su hogar humano porque, segundo, de ahí se nutren sano y diverso, incluso con sangre de sus huéspedes, y, tercero, ahí pueden copular a gusto y a buena temperatura. ¡Ni qué agregar!

 

A diferencia de Gregorio Samsa, quien despertó una mañana tras un sueño intranquilo, y a quien una metamorfosis en bicho malogró su vida, ser un insecto no parece tan grotesco y complicado. Se sufre, sí, de adversidades físicas y corporales, pero también se goza de abundancia y libertad. Se es vector, sí, de horribles enfermedades, pero también se es circunstancia eficiente de vida. 

 

De hecho, ¿quién no se ha sentido alguna vez un insecto? Quizá eso, después de todo, ya no sea tan terrible y funesto.

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