Durante las vacaciones,las playas son los destinos más visitados, con el fin de pasar un momento relajante, comer y nadar. El viaje podría parecer inofensivo, al menos que los turistas abandonen los envases, bolsas de plástico y otros residuos. Ante esta situación, el Jellyfishbot (Medusabot, traducido al español) se encarga de limpiar la basura que flota en el agua.
Una forma de restaurar el daño hecho al planeta es reducir el consumo de plásticos de un solo uso e integrar tecnologías para retirar los contaminantes de los mares y océanos, que son el hábitat de más de un millón 700 mil especies marinas descubiertas, de acuerdo con las cifras planteadas por el biólogo del Museo Nacional de Historia Natural de París, Philippe Bouchet.
¿Qué es el Jellyfishbot?
La startup francesa de Sistemas Dinámicos Autónomos Interactivos (IADYS, por sus siglas en inglés), busca contribuir con la protección del medio ambiente, por medio de tecnologías basadas en la inteligencia artificial y la robótica.
Dicho objetivo, llevó a la empresa a desarrollar el proyecto Sea-Net, en el 2018, lo que dio origen al Jellyfishbot, un robot que se encarga de recolectar la basura y residuos de aceite en el mar. También, ha sido una herramienta esencial cuando ocurren derrames accidentales de petróleo, debido a que puede recoger hasta 30 litros de hidrocarburos.
El diseño compacto de la máquina flotante de IADYS, de 70 por 70 centímetros y 18 kilogramos de peso, ofrece una mejor maniobra en los lugares más estrechos de los puertos, playas, canales, ríos y lagos .
Por otra parte, la interfaz intuitiva de manejo remoto evita las operaciones riesgosas para el personal, ya que funciona a través de la determinación de puntos en GPS, con un teléfono celular.
El robot medusa ha operado en algunas regiones de Francia, pero también se ha extendido la descontaminación en otras partes del mundo, como Suiza, Singapur, Tokio, Noruega, entre otros.
El impacto de la contaminación de mares
El ser humano tiene la capacidad de soportar la contaminación generada por él mismo, pero los organismos que viven en los mares y océanos no corren con la misma suerte. De acuerdo con la información del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se estima que cuando hubo una producción de más de un millón de toneladas de plástico, en 1950, el 99 por ciento de las aves habían ingerido dicho material.
Comparado con las 300 millones de toneladas de plástico generados en el 2017, de los cuales ocho millones de toneladas terminaron en los mares, una mayor cantidad de animales estuvo en riesgo o, incluso, murieron por causa de los desechos de las personas.