Bajo el cruce de las calles de República de Guatemala y de Argentina, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se encontró en noviembre de 2019 un bajorrelieve con la imagen de un águila real, hallazgo que ahora da a conocer la Secretaría de Cultura federal (SC).
Se trata de un piso único en toda la zona arqueológica del Templo Mayor, ya que alude a la concepción dual del edificio y se encuentra próxima a un área donde probablemente se realizaban los rituales mortuorios de los gobernantes mexicas, explicó a La Jornada el arqueólogo Rodolfo Aguilar Tapia, miembro del equipo que hizo el descubrimiento.
Fue en febrero de 2020 cuando especialistas multidisciplinarios del Proyecto Templo Mayor (PTM) concluyeron la liberación y la limpieza de la itzcuauhtli (voz nahua que significa “águila de obsidiana”), con la cual los mexicas se referían al águila real (Aquila chrysaetos canadensis).
Durante los siguientes meses, debido al confinamiento por la pandemia de Covid-19, desde sus casas, los investigadores realizaron estudios de gabinete que ayer se difundieron.
El equipo de jóvenes arqueólogos, cuyas edades van de los 29 a los 32 años, está conformado por Mary Laidy Hernández Ramírez, Karina López Hernández, Jacqueline Castro Irineo y Rodolfo Aguilar Tapia, quien junto con sus colegas cumple ya cinco años trabajando en el PTM, que ahora va en su novena temporada de campo, a cargo del arqueólogo Leonardo López Luján.
Labrado sobre tezontle rojo y con dimensiones de 1.06 metros de largo por 70 centímetros de ancho, el bajorrelieve de la itzcuauhtli es considerado el de mayor tamaño dentro de un conjunto de 67 elementos similares encontrados hasta el momento en la zona.
El piso, continuó Aguilar Tapia, fue cubierto desde tiempos prehispánicos durante las ampliaciones del Templo Mayor, “por eso tiene un buen estado de conservación, se trata de un elemento que nunca fue visto por los españoles”.
En cuanto las condiciones sanitarias lo permitan, “y si el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) cuenta con los recursos que se requieren”, las siguientes temporadas de campo del PTM se centrarán en terminar la exploración del piso donde se halla el bajorrelieve para buscar otros y luego, con extremo cuidado, retirarlos temporalmente y poder indagar debajo de ellos en pos de encontrar ofrendas u otros elementos arquitectónicos.
Los arqueólogos tienen en la mira una hipótesis importante que los hace desear con emoción retomar las excavaciones en torno al Cuauhxicalco, edificio circular cuyo nombre se traduce como “lugar de la jícara del águila”, donde, según documentos del siglo XVI, se realizaban las cremaciones rituales de los reyes mexicas.
“Es un área de suma importancia, que muy probablemente nos dará impresionantes descubrimientos, como este bajorrelieve, quizá tumbas reales, con grandes ofrendas. Cabe aclarar que no somos buscadores de tesoros, ni de hallazgos espectaculares, vamos tras las huellas del paso por el mundo de la sociedad mexica, para poder comprender y tener un mejor conocimiento de nuestro pasado.
“Cuando pase el confinamiento, y si tenemos recursos, seguiremos indagando para encontrar a los soberanos mexicas”, reiteró el investigador, quien explica que son 25 personas adscritas al PTM.
“Es incierto cuándo podremos retomar nuestras labores de campo”, continuó el arqueólogo Aguilar Tapia, quien comentó que siguen las labores de gabinete y restauración a distancia.
Hasta ayer por la mañana, el equipo del PTM pensaba que no sería recontratados, al menos hasta marzo, en vista de que sus contratos se vencieron el 31 de diciembre y no han recibido pago alguno en lo que va de enero.
“Pero seguimos trabajando en esas condiciones por la pasión personal que tenemos como jóvenes. Estamos a la expectativa de que la SC apoye nuestro trabajo los próximos meses y también el de todos nuestros compañeros de otros proyectos del INAH, que afrontan una situación terrible, abandonados.
“Desde diciembre sabíamos que el escenario laboral este año sería poco alentador, sin ninguna certeza acerca de nuestra recontratación. Los esquemas bajo los que estamos contratados son denigrantes, a la manera de un outsourcing. Muchos de nuestros compañeros están como ‘prestadores de servicios’, sin seguridad social ni certeza laboral.”
El arqueólogo detalló que egresados de la ENAH y de la escuela de restauración del instituto ofrecen sus servicios como voluntarios para aprender y desarrollarse profesionalmente; “obviamente, son los que menos apoyos tienen. Como jóvenes arqueólogos, que aspiramos a ser buenos investigadores, vemos nuestro futuro muy incierto. No sabemos si vamos a poder dedicarnos a esto por completo toda la vida o tendremos que sortear de otra manera nuestra situación económica”.
Este diario consultó por la tarde al vocero de la SC, Antonio Martínez, acerca de si en efecto se encontraban desempleados los especialistas del PTM; respondió que Diego Prieto, director del INAH, y la parte administrativa del instituto confirmaron que todos los especialistas están contratados desde enero, “probablemente no les han informado correctamente a los compañeros”.