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La potente intervención feminista sobre las vallas de Palacio Nacional ha puesto nuevamente de manifiesto la fortaleza de un movimiento transformador que interpela al patriarcado y sus actores, incluyendo a aquellos con responsabilidades de gobierno. Esa interpelación, sin embargo, encuentra una vez más oídos sordos en un presidente que no entiende que no entiende, cual machirulo negado a romper el pacto patriarcal.