El grafiti, que ha sido parte de la historia de Nueva York durante más de 50 años, vive un auge durante la pandemia de coronavirus: un signo de decadencia para algunos, y de vitalidad para otros.
Cuando cae la noche, el artista de grafiti Saynosleep echa un vistazo a su alrededor y luego se pone a trabajar sobre la fachada de una tienda de lujo, que está cerrada desde que fue saqueada en junio durante las protestas por la muerte de George Floyd.