Cuando la persona que está en el tercer puesto en la lista de sucesión presidencial llama al Pentágono para hacer consultas con el Estado Mayor sobre cómo prevenir que el comandante en jefe use de manera irresponsable los códigos nucleares para lanzar una guerra, y al mismo tiempo anuncia un proceso para destituir al presidente lo antes posible –aunque sólo faltan 12 días en su mandato–, el país más poderoso del mundo no puede estar en muy buenas condiciones.