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El Bandido y otros ocho profesionales de la lucha libre dejaron el ring por los vagones del Metro, donde se aseguraron de que sus millones de usuarios llevan cubrebocas para noquear a la pandemia del COVID.

 

Aunque ellos no necesitan uno, debido a que sus tradicionales máscaras de luchador ya cubren su rostro, irrumpieron entre piruetas en el suburbano repartiendo mascarillas, desinfectando a la gente e incluso escarmentando, sin pasarse de fuerza, a los incumplidores.