Populismo

Edgar Baltazar

Edgar Baltazar Landeros

 

Sospecho que cuando los empresarios neoliberales, sus voceros e intelectuales hablan de populismo, tienen poca familiaridad con el debate politológico sobre el término. Usan “populista” como adjetivo peyorativo contra gobiernos ajenos a su concepción liberal-elitista de democracia. Los moderados observan en el populismo un riesgo para las instituciones, mientras a los más extremistas, no sólo les da horror Putla, sino todo lo que parezca pueblo, pobre o moreno. Pero el populismo no es tan simple como se le retrata en los videos y textos de Gloria Álvarez o en las campañas negras contra candidatos de izquierdas.     

 

Si bien no existe un concepto único de populismo, la literatura sobre el tema sí aporta algunos elementos de consenso. El populismo tiene que ver con los proyectos políticos que pretenden una comunicación directa, sin intermediarios, entre la gente común y sus liderazgos. Se vincula con el lenguaje simple y directo, con la construcción de un nosotros (el pueblo) y un ellos (la oligarquía, la élite). Tiene que ver más con el reclamo de una soberanía popular, que con la sumisión de un rebaño a su líder carismático. El populismo nace de la democracia, no de aquella entendida como representación sino como irrupción de un pueblo. Una autora y dos autores referenciales sobre el tema son Margaret Canovan, Ernesto Laclau y Benjamín Arditi.

 

Para Canovan, la democracia tiene una cara pragmática y otra redentora, en medio de las cuales emerge el populismo. El constitucionalismo liberal reniega del populismo, pero no puede liberarse de su sombra. Son las tensiones democráticas las que llevan al pueblo a la política y no sólo la política al pueblo. El pleito casado de la democracia de élites contra el populismo se da porque el pueblo no está invitado a la deliberación; por eso, cuando los marginados irrumpen, las instituciones, pero sobre todo sus controladores, tiemblan.     

 

El populismo, desde Laclau, es entendido como la identidad derivada de una articulación hegemónica.  El pueblo se construye como identidad política al sumar demandas insatisfechas por el gobierno en turno (“cadena equivalencial” en términos del autor). La emergencia política del campo popular se produce entonces más por la articulación de demandas que por la voluntad de un líder carismático. El populismo construye lo político.  

 

Arditi, agudo lector de Canovan y Laclau, propone tres posibilidades del populismo: 1) como modo de representación, 2) como síntoma de la política democrática y 3) como reverso de la democracia. El populismo no nace fuera de la democracia; es su espectro. Se trata tanto de la represnetación de intereses populares, como de la irrupción de formas impensadas por los “buenos modales” de la democracia representativa. Si el populismo irrumpe sin invitación en la fiesta democrática, puede radicalizar proyectos de gobierno en beneficio de las demandas populares, pero también puede convertirse en lo contrario, al estilo Trump, Bukele y Bolsonaro.   

 

¿Es la 4T un proyecto populista? Creo que sí, en tanto modo de representación, no aún como programa de democracia radical y tampoco como riesgo de autocracia. El proyecto político encabezado por AMLO triunfó electoralmente, siguiendo las reglas de la democracia representativa. Como gobierno, la 4T es más la articulación de intereses disímbolos que de demandas meramente populares. Caben en la misma mesa neoliberales, políticos del “viejo régimen”, intereses empresariales extractivistas y sí, algunos sectores populares. Al momento, sus políticas sociales apuntan a la inclusión pero a su articulación hegemónica le falta pueblo. La posible radicalización del programa de gobierno no depende de AMLO sino de las bases sociales hasta ahora contenidas; algunas, pocas, incluso antagónicas al rumbo seguido. Sobre los supuestos riesgos autoritarios, no creo que valga la pena discutir. Esos sólo los alucinan quienes, desde sus coches o desde Twitter, protestan contra lo que creen es un temible comunismo del siglo XXI, amenaza de un México libre.     

 

 

Columnista: Edgar Baltazar Landeros (@ebaltazzar) es Director ad honorem de ILEPAZ A.C.

 

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