Por Ricardo Burgos Orozco
Tenía que entregar unos documentos cerca de la estación Popotla de la Línea 2 del Metro hace unos días. Ya de regreso, al salir de las oficinas adonde fui, pensé que tenía tiempo para ir a visitar el famoso “árbol de la noche triste”, un monumento natural muy importante para la historia de México.
El árbol está a unos 200 metros de la estación Popotla, sobre la calzada México - Tacuba, en la alcaldía Miguel Hidalgo. El ahuehuete ya es prácticamente un cascarón después de tanto tiempo de existencia. Se supone que este tipo de árboles cuyo significado es “viejo del agua” – según la lengua náhuatl -- viven entre 500 y 600 años.
Las autoridades de la Ciudad de México pretenden que ahora el lugar sea renombrada Plaza de la Noche Victoriosa en lugar de Plaza de la Noche Triste.
Cuenta la historia que entre el 30 de junio y el 1 de julio de 1520 los españoles y sus aliados indígenas huyeron en la noche para escapar de los mexicas en el palacio de Axayácatl en la ciudad de Tenochtitlan. Cortés y Bernal Díaz del Castillo corroboraron los hechos en una carta enviada al Rey de España Carlos V. En ninguna parte se menciona que el conquistador lloró en árbol alguno.
La leyenda surgió supuestamente en el Siglo XIX. Se dice en esta versión imaginaria, Cortés se sentó frente a un frondoso árbol, y lloró de rabia e impotencia, rendido por la batalla en su intento de tomar Tenochtitlan.
Francisco López de Gómara, en su Historia General de las Indias, describe que en su huida, Cortés se detuvo a llorar, a hacer duelo de los muertos y a reflexionar sobre su desventura por perder momentáneamente fortuna y poder. En ninguna parte de la historia se describe que se paró en un lugar específico.
Sin embargo, para los mexicanos el árbol está convertido en un símbolo, aunque perdió su belleza después de un incendio por un corto circuito en enero de 1980. Ahorita sólo queda un cascarón.
Aunque casi pasa desapercibido por el movimiento de automóviles y de gente, hay personas que van especialmente a ver al ahuehuete histórico. Ahí me encontré a un joven canadiense que observaba muy interesado, tomaba fotos y caminaba alrededor y al rato llegaron dos mamás con sus hijos a quienes en la escuela les encargaron visitar y escribir sobre el árbol.
¿Qué piensan de la historia del árbol de la noche triste? Les pregunté a los chavos estudiantes. Uno de ellos me contestó de inmediato ¡Cortés tuvo una noche triste, pero por años se desquitó!