Educación de calidad, inclusiva y equitativa tarea pendiente en el mundo

Educación de calidad, inclusiva y equitativa tarea pendiente en el mundo

De 1950 a finales de 2010, el promedio de escolaridad a nivel mundial se incrementó tres veces para quedar en 7.2 años, es decir, poco más que el inicio de la secundaria, de acuerdo con el Banco Mundial.

 

La académica del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), Judith Pérez Castro, afirma que “y aunque casi se ha alcanzado la cobertura universal en el ingreso a la primaria, se estima que hay aproximadamente de 250 millones de niñas, niños y adolescentes fuera de la escuela, según el Global Education Monitoring Report de 2020”.

 

La académica, agrega que “el problema es que no todos los alumnos permanecen en la escuela y de los que permanecen, no todos aprenden”.

 

El Día Internacional de la Educación, a conmemorarse el 24 de enero.

 

El Objetivo indica que al 2030 se debe de garantizar una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todos, y promover las oportunidades de aprendizaje.

 

El investigador emérito del IISUE, Ángel Díaz Barriga Casales, expuso que “el objetivo de la escuela y la educación es formar sujetos que entiendan las necesidades de su entorno y se integren a él, desarrollando procesos de autoaprendizaje”.

 

La educación es un logro social que se obtuvo tras la Revolución Francesa. En nuestro país, en el siglo XIX, y principalmente en el XX, se hizo un esfuerzo para que la enseñanza primaria llegara a casi todos los hogares, el sistema se hizo masivo: inició con la instrucción primaria, luego con la secundaria y ahora se busca la universalización del bachillerato.

 

La emergencia sanitaria por la Covid-19, agrega la académica Pérez Castro, que “puso de manifiesto la vulnerabilidad de los individuos y las sociedades, así como de los sistemas educativos. La UNESCO estima que alrededor de un millardo 478 millones de niñas, niños y jóvenes han sido afectados por los cierres parciales y totales de sus instituciones, lo que representa 84.% de la matrícula total a nivel mundial”.

 

La investigadora sostiene que la escuela puede trabajar para contar con buenos maestros, mejorar sus programas, pero difícilmente tendrá éxito si se mantienen las desigualdades tan marcadas en las sociedades que hacen que niños lleguen a las aulas sin comer, que deban trabajar al mismo tiempo que estudian; con niñas que son violentadas o deben hacerse cargo de sus hermanos o del hogar.

 

Además, se requiere que la escuela y los maestros estén preparados para cambios de escenarios que cada vez son más frecuentes y porque no se puede aspirar a regresar a la educación como era antes de la pandemia: se tienen que construir respuestas adecuadas a la nueva forma de vida.

 

Para Díaz Barriga Casales, doctor Honoris causa por diversas universidades nacionales y del extranjero, afirma que “en México se debe pensar en la escuela pospandemia completamente distinta a la que hoy tenemos: debe ser más cercana a la vida de los alumnos y eso implica atender las necesidades del niño de la zona indígena, que son diferentes a las de un niño de la urbe, de un área rural o una zona urbano-marginada”.

 

Esto implica abrir la posibilidad a la experimentación y construir desde la diversidad, invitar a discutir a las comunidades docentes y a diferentes sectores sociales para rearmar, poco a poco, el sistema educativo.

 

Judith Pérez Castro, asegura que “la emergencia sanitaria también ha puesto de manifiesto que ni los profesores, alumnos o padres de familia pueden ser sustituidos en el proceso enseñanza-aprendizaje”.

 

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