4T neoliberal

4T neoliberal

El gobierno de la 4T tiene fuertes signos de adscripción al proyecto neoliberal, no porque AMLO sea un asiduo lector de von Hayek, Romo un experto en von Mises, Villalobos un erudito en la teoría de la justicia de Rawls, Ebrard un conocedor de la filosofía de Popper,Bartlett un crítico del keynesianismo o Moctezuma Barragán un estudioso de la obra de Friedman. Incluso el presidente ha sido obstinado en declarar el fin de la era neoliberal, declarándose liberal a secas, en una curiosa interpretación decimonónica un tanto ajena a las ideologías políticas más recientes. AMLO usa la palabra “neoliberal” más como un adjetivo despectivo que como un concepto o como el nombre de un proyecto de sociedad, que no es sólo un modelo económico.

 

El neoliberalismo de la 4T tiene referencias teóricas de menor calado, tales como el liberalismo social salinista, la renovación moral delamadridista o simple y llanamente el humanismo empresarial “socialmente responsable” de Salinas Pliego y Slim. En la práctica, el neoliberalismo no declarado de la 4T se parece más al PRI de finales del siglo XX que a las Escuelas Austriaca y de Chicago.

 

Víctor Toledo, Secretario de Medio Ambiente, quien ha estudiado un poquito más sobre Ecología, teorías e ideologías que sus pares en el gabinete, lo expresó con claridad: “La 4T, como un conjunto claro y acabado de objetivos, no existe”. En el audio filtrado la semana pasada, Toledo reitera lo ya conocido: dentro de la 4T existen, en altos niveles de decisión, personeros de cerveceras, mineras y la agroindustria de los transgénicos. Aunque no consta en el audio, también sabemos de los personeros de las televisoras y otros actores empresariales que incluso fungen como flamante consejo asesor del presidente.

 

Existen contradicciones en todo proyecto político y son normales los roces entre integrantes de todos los gabinetes del mundo. No es “neoliberal” que existan desacuerdos entre altos funcionarios de gobierno, “neoliberal” es que la agenda de “transformación” no la marquen los movimientos sociales, las bases del partido en el poder o un amplio electorado que fue creyente en un cambio de rumbo. La 4T es neoliberal porque, ante su falta de un proyecto nacional-popular, un sector significativo del poder económico consolidado en los regímenes de las últimas cuatro décadas, sigue marcando el rumbo.

 

Megaproyectos como el Tren Maya, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec o el Proyecto Integral Morelos nacieron en las oficinas de altos ejecutivos del sector privado y de sus enlaces en el gobierno (incluso en gobiernos pasados), no fueron demandas concretas de las mayorías populares que confiaron en la candidatura de AMLO. Aunque el presidente anunció la muerte del neoliberalismo, no recurrirá a privatizaciones y combatirá la corrupción, su gobierno sigue al pie de la letra varios de los designios del Consenso de Washington, como la disciplina fiscal, el impulso al libre comercio, la apertura a la inversión extranjera, la libre flotación del peso y el control de la inflación. La 4T no está en la lista negra del Imperio o de las grandes empresas transnacionales, al contrario, es un gobierno aliado.

 

El liberalismo se forjó en la segunda mitad del siglo XVIII europeo, con una serie de ideas fuerza vigentes hasta nuestros días: la asociación entre libertad y propiedad, el individualismo y la economía de libre mercado. Con el tiempo, esta doctrina político-económica fue teniendo variantes. Por ejemplo, aún en nuestros días, existen liberalismos conservadores de corte elitista y liberalismos sociales que buscan conciliar el interés público con el privado. Otra vertiente reciente es la de los liberalismos comunitaristas que abogan por el pluralismo y los derechos universales. Heredero de esas tradiciones, el llamado neoliberalismo, como modelo de sociedad, opera desde finales del Siglo XX con la intención de regular el conflicto entre fuerzas sociales, defender a ultranza el Estado burgués de derecho y el libre mercado. Contrario a un mito generalizado, el proyecto neoliberal no busca eliminar o reducir al Esto; busca someterlo a los intereses del grancapital.

 

Carlos Salinas disfrazó su neoliberalismo de “liberalismo social”, habló de reformar al Estado y a la Revolución para conciliar libertades públicas y privadas; llamó a la solidaridad. El neoliberalismo de AMLO está usando un disfraz del siglo XIX, pero está

actuando al dedillo de los dictados del mercado y un feliz consejo asesor empresarial. Y creo que la mayoría no votó por eso.

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