La lista y el Dr. Cienfuegos

La lista y el Dr. Cienfuegos

Tanto en la vida civil como en la militar hay clases sociales, jerarquías y privilegios. Se puede ser un subteniente torturado y acusado de narcotráfico, pasar casi una década en prisión, o bien un general condecorado hasta con doctorados honoris causa y recibir el espaldarazo de un gobierno civil que ha capitulado ante el poder militar. Son contrastantes los casos del subteniente Francisco Soto, protagonista del podcast La lista y del general Salvador Cienfuegos, quien ahora descansa, libre de cargos, en su casa.

 

La lista es un podcast producido por Así como suena en colaboración con El País; una serie de nueve episodios narrados por los periodistas Pablo Ferri y Ricardo López Cordero. Hace unos días apareció su última entrega. Esta serie narra la historia del subteniente Soto, quien en 2011 fue detenido en Saltillo, junto con otros 14 compañeros, acusados todos de colaborar con Los Zetas. Los militares fueron torturados por la Policía Judicial Militar y señalados por estar en la nómina Zeta, con una prueba: una supuesta lista escrita a mano donde se incluían sus nombres; la nómina del cártel en Saltillo. Al ser torturado y amenazado con dañar a su familia, Soto aceptó ante la entonces SIEDO su relación con Los Zetas. La CNDH acreditaría la tortura y Soto se retractaría de su declaración inicial. En la serie se narra el periplo que ha pasado la familia de Soto, incluyendo la desaparición y asesinato de su padre. Destaca particularmente la voz de Tanya Páramo, su esposa, quien comparte ante el micrófono el vuelco en su vida, las irregularidades en el proceso que ocurren pues, según sus propias palabras, “los de arriba, con tal de salir bien librados y no tener las manos manchadas, no les importa lo que le pase a su personal”. Cargando ya una condena por narcotráfico, Soto continúa en prisión.

 

La libertad es, a veces, una diferencia entre quien manda y quien obedece. El mismo Pablo Ferri, en coautoría con Daniela Rea y con la colaboración de Mónica González, ya se había adentrado en el tema militar de la “obediencia debida” en el libro La Tropa. Por qué mata un soldado. En ese libro, los autores recuperan entrevistas a militares de bajo rango, quienes purgan condenas por homicidio en la prisión militar. Estos justifican las ejecuciones arbitrarias que realizaron con expresiones como “fue un error”, “fue por cumplir órdenes” o incluso “por salvar la vida”. La obediencia como valor supremo se transforma en sacrificio; los que mandan, por lo general, no pisan la cárcel; al contrario, reciben premios.

 

En febrero de 2018, 20 civiles del Consejo Universitario de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), a lo mejor por “obediencia debida”, decidieron condecorar al entonces general-secretario de la Defensa con un doctorado honoris causa. Al carecer el militar de mérito académico alguno, fue evidente la oposición de un sector significativo de la comunidad universitaria. Ante ello, la Unicach reculó y decidió suspender, que no cancelar, la entrega del que para entonces ya era calificado como horroris causa. Ahora que el doctor está libre y arropado por la 4T, quizá pase a Tuxtla por su grado.

 

La investigación de la DEA para la llamada Operación Padrino duró años; la confesión de Soto, bajo tortura, fue arrancada en unos días. El militarismo cogobernante en México no le pide (u ordena) al presidente, liberar a la tropa; le pide ayudar al alto mando. El próximo año, con 112 mil 57 millones, la SEDENA ejercerá su presupuesto más alto de la historia. En tiempos de la 4T, en la lista del privilegio siguen figurando los generales-doctores, no los Soto de la guerra.

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