Hoy sí espero dormir. Es lo que María piensa cada noche cuando se prepara para irse a la cama. No todos los días es igual; algunos se acuesta y logra conciliar el sueño relativamente rápido, pero un par de horas después despierta, sin aparente motivo alguno. En ocasiones la absorben los pendientes que tiene que solucionar al otro día; en otras, su mente está en blanco y se ordena a sí misma que tiene que volver a dormir, lo cual consigue ya casi cuando tiene que levantarse para iniciar su día.