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Una de las vendedoras de palma que permanece a las afueras de la iglesia de San José, en esta segunda Semana Santa de la pandemia señala, “Nada, no se ha vendido nada”,

 

Tras un año, cuando el COVID había recién ingresado al estado veracruzano y las restricciones estaban iniciando; los vendedores se resguardaron en sus hogares y esperaron las indicaciones de las autoridades.