La nueva era oscura II

La nueva era oscura II

Sobre el final del futuro en 10 conceptos.

Corrupción, tecnología y el fin del neoliberalismo

 

Toda institución tiene su forma de operar en reverso de sí misma, se trata de las prácticas que sirven para el interés privado y egoísta. Hacer del gobierno uno que sea privado, sesgado por actores que se sirven de él, es la fuente máxima de la corrupción. De modo que en la práctica en lugar de ofrecer oportunidades para las problemáticas sociales se hace negocio de las posibilidades de controlar o de ofrecer presupuestos para las acciones de las organizaciones sociales.

 

Vender a los públicos la oferta del mes en la compra venta del estado, para poner a modo proyectos, estipendios, financiamientos, becas, fideicomisos o cualquier bien público como mercancía a la venta para ejercer su explotación o su utilización de un modo “legal” pero por prácticas ilegitimas o con la idea de amasar el poder de influir y tomar acción paralela a lo legal porque es un medio de supervivencia para las tribus políticas que vinculadas a partidos políticos u organizaciones sociales “centavean” para obtener algo para comer, mientras que los jerarcas de las organizaciones compran yates y casas de campo en el extranjero con los fideicomismos, presupuestos y licitaciones.

 

Las organizaciones de la sociedad civil vinculadas al estado bien pueden ser provechosas para resolver problemas o bien pueden ser provechosas para vender privilegios a los públicos cautivos, como forma de hacerlos formar las filas de los partidarios del poder en funciones y su forma de gobierno. Instituciones enteras pueden servir para coaccionar y derivar en la compra de la legalidad y la legitimidad a privados o a otras instituciones.

 

Pero el mundo empeora al ritmo de cuando las tecnologías de gobierno y la tecnología mismos ofrecen un diseño del sistema de corrupción que se normaliza como parte de las demandas de un sistema más amplio que es económico y neoliberal a un mismo tiempo, donde la nueva tecnocracia aboga por el proyecto perdido del fin de la política, un fin que revela la falta de fuerzas que se revuelven en el “shitstorm” de la opinión pública donde todos trabajan en poner oposición antes de que la política lo haga y haciendo una inmunización preventiva, con lo que exponer a todos al shitstorm de las redes hace que la fuerza de indignación y opositora se rinda antes de salir a la calle.

 

Preventivamente y más calculadamente la movilización social puede ser inmunizada, hoy que se goza una nueva normalidad de “juguete”. En el congreso americano, por ejemplo, se discute si empresas de redes y plataformas tecnológicas como GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) tienen potestad para incidir en las elecciones sesgando las decisiones de los votantes; casos como Cambridge Analítica y Pegasus en México que han tratado de direccionar las redes para fraguar el convencimiento del votante de acuerdo a un algoritmo que lo entrena a votar por un objetivo concreto. Como tecnología electoral puede, por otra parte, usarse para modelar la protesta social tipo la idea de la Primavera Árabe donde se trataba de un proyecto de modernización del Islam, mediado por las redes sociales.

 

Entonces se trata de un mundo de una política modelada por optimizaciones prefabricadas que nos dicen que la verdad que se suponía es el proceso de una exploración de las causas a efectos es un proyecto que supone que el experto llegue a conclusiones donde su intelecto sea el que dispendia la racionalidad del proceso.

 

Hoy día no es más que una máquina la que optimiza la información acerca de que es la verdad antes que el intelecto, pero que justificadamente se señala que es esta la versión que legitima la verdad porque el intelecto es un sesgo humano e irracional y la máquina es quien devela la verdad, pero que nuestro maquiavelismo demoniaco nos dice que esta información sea sesgada por el intelecto que programa la máquina y del cual dependen sus procesos. Nos hace vivir en el plano de la política un mundo en el que finalizó su razón cognitiva. Y se ha incursionado en una política de los algoritmos.

 

Y nada el cálculo determina que proceso es el que deberá ser el resultado, pre-diseñar el escenario donde la realidad se ha de implantar pero por un cálculo, la lucha de fuerzas se deja atrás en una domesticación previa de las tendencias o bien como paso en México todos prefieran un “divide” nuevo con nuevos actores que traten de rescatar la situaciones hasta que se pudra otra vez el proceso, esperando por nuevos procesos.

 

De modo que la vanguardia es limar el poder social para imponer la nueva versión del poder de los nuevos expertos, de los nuevos medios de lo artificial, de este modo ocurre una nueva privatización en voz de los expertos que son empresarios que gobiernan porque a sí mismos se licitan el poder y las relaciones y el tejido de las relaciones como una nueva empresa hasta que mercenarios del poder o mercenarios de ejércitos extranjeros vienen a hacer el remate y la nueva versión de los procesos de adjudicación o de arrendamiento del Estado. Y que estos vengan como empresarios que compran la mayoría de las acciones de un corporativo a gobernar e impulsar un nuevo proyecto a veces tan discontinuó como caótico otras como la continuidad de una buena conversación como lo ha sido en América Latina.

 

O bien es la versión en la cual disfrazarse del fin del neoliberalismo es el comienzo de otra etapa una donde la regulación se transa sobre las versiones nuevas de pugnas en proyectos que se van diseñando progresivamente en el sentido y con el apoyo de los databanks y los big datas hasta decantar bancos de datos inteligentes administrados por el gobierno mundial del telecomunicaciones digitales, gobiernos de datos que desde perspectivas inteligentes y artificiales sitúan las previsiones sobre los cursos de acción que se diseñan en los algoritmos que controlan la población.

 

El control es también el control de la energía social y natural dentro de los mecanismos que procesan el inconsciente colectivo y el ámbito de la pre-conciencia que dinamizan nuevas versiones de las tecnologías del yo con las que gobernar y controlar a las personas es regular la energía social que decanta sobre los necesarios cambios para hacer los cambios a favor de una pre-programación del escenario social.

 

Es esta una nueva época oscura donde la oscuridad es el fondo vacío de los databanks inteligentes, robots, y procesos de des-energización que fabrican cuerpos dóciles de nueva generación, unos que subrogan el contenido de la humanidad a prótesis sociales o tecnologías del yo qué diagraman, segmentan e implementan con precisión la optimizada buena nueva del ejercicio de gobierno tras la tarea de votar para el colegio electoral y de sus nexos con la ética del trabajo. Toda nuestra fe se vuelve en confianza en la tecnología y su pre-diseño infalible.

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