El presidente de una República es esencialmente un asesino porque su papel en la actualidad es coordinar sistemas donde el proceso de la biopolítica es el de donar la muerte es ahora más que nunca el de asesinar los procesos colectivos por referencia a una valoración sobre la organización de las poblaciones.
El asesino no es más que un carnicero que constantemente aplica las tecnologías de muerte difusa en toda la población no es como se creía antes un administrador así inocente y ciego de los procesos colectivos. El los coordina y en esencia lo que hace es como el soberano del leviatán decir quien muere.
Por eso esa fachadita de que es en torno al de dónde vienen las cosas buenas es falsa está a la vista de quien muere, este sistema de cabo a rabo es para matar en múltiples dimensiones del ser la represión que es su arma fundamental es de esa magnitud que precisa cuántas posibilidades de morir hay en torno a la formación de la violencia, de las represiones, el poder médico y biológico se pondera en ese sentido. Las relaciones de saber-poder están reguladas por las ratios que calculan la vida y la muerte de las poblaciones.
El asesino debe promover el orden en la fila de los asesinatos desde las formas más borrosas a las más cruentas, eso de que falleció alguien es la puesta en marcha del mecanismo de la muerte indeleble en todos los campos de un proceso en el cual se integran todas las instituciones públicas y privadas, la muerte como una razón de estado nos propulsa a pensar cuantas ambiciones hay detrás de mínimos detalles del día a día hasta que se resta energía y vida a las personas.
Las personas caen enfermas o muertas de acuerdo con un orden institucional, las políticas de muerte que se siguen, cuando el presidente emplea estas tácticas no se mira mucho como es que ocurrieron las cosas, sale con su cara de idiota a decir en los medios que las cosas van así y que casi no hay solución. La cara de imbécil es de acuerdo con este orden la imposibilidad de prever las cosas, pero en el asiento cuando dirige el proceso es el, el que dispone del mundo de lo nacional tal cual el carnicero que es. El leviatán es el y no puede no serlo. Aquí volcado a la senilidad no es más que un matón con su guardia de matones dispuestos a organizar las cosas, en este mundo no hay accidentes, él es el responsable y ahí donde hay tortura, muerte y accidentes es el quien está detrás.
El leviatán es la forma de la administración muerte que en las antípodas está dispensando vida. Las obras públicas para el bien social son formas de administrar la energía de lo vivo antes de que decaiga, cuando decae hacer morir es su misión. Y de acuerdo con ella la organización ataca a los enemigos que se dan cuenta de su accionar, periodistas, gente desaparecida, asesinatos de estado eso son formas de disponer la energía cuando esto está podrido, el sistema siempre va matando paulatinamente y la muerte guía el espectro de los procesos.
Matar es la premisa permanente de sus procesos y la gente inconsciente a sus premisas no lo ve cuando ellos mismos son de esa misma manera matados en secuencias inéditas y que a la postre desandar el camino de su muerte es el proceso de sus integraciones con la materia inerte de la base. Matar y sus tecnologías de muerte son desde luego desde la rutina diaria de levantarse a trabajar hasta el atentado tecnológico de la adicción al internet y los malos hábitos de vida.
El presidente no es el señor bondadoso de la pantalla es el leviatán que administra la energía en camino a la muerte. No es el qué pasa dando becas y sacando adelante el país sino el que administra esos recursos para caminar hacia la muerte. Las palabras lindas de los discursos elocuentes y veraces no son más que palabrería que esconde por tras a la muerte. La muerte se oculta en cada palabra lisonjera.
Por eso es en la crítica severa, que nada de lo que diga para bien y menos cuando se trata de ayudar es la palabra de vida, sino es un camino hacia la muerte. El camino hacia la muerte como esos palurdos inconscientes es de haber si toman el papel de comandar la muerte, porque en esas inconsecuencias que nos dejan ver los diarios vemos a leviatanes que no saben cómo es el camino. Son principiantes y por ello mismo son presas de accidentes que no saben explicar. La cara de idiotas ante los medios surge de esas incapacidades porque la muerte gobierna de plano y es anárquica cuando el señor regulador no está al mando.
La anarquía nos muestra un mundo insensatamente gobernado por los idiotas que llevan a soluciones igual de precarias la muerte los asecha y no pueden cumplir con su papel de gobernar por eso ante la demanda de respuestas de la sociedad la cara de idiotas queda ante nosotros diciendo tenemos otros datos, ya ha sido resuelto, etc. Kafka en el Castillo nos revela a un personaje que ve todas las tramas del castillo en un mundo surreal donde pasa caminando tras ellos la muerte riéndose todo el tiempo la anarquía está en cada decisión que toman no saben cómo controlar esa fuerza el supuesto señor que administra el castillo no aparece porque ese leviatán de la muerte es el proceso administrativo que en la actualidad sale con su cara de idiota a hablar en todos los medios para decir que no sabe qué pasa.