Foucault y la afectividad ambiental

Foucault y la afectividad ambiental

La democracia se construye y se constituye cada periodo a nivel global bajo las cuotas de seguimiento al proyecto mundial del modelo económico y del modo de vida imperial desde los liderazgos occidentales, el paso histórico que se articula en el terreno de la geopolítica de los ordenamientos regulatorios de la capacidad de hacer gobierno en las condiciones donde el cambio en las premisas conforme al avance económico supone que los países de otras regiones se alinean a los valores del proponente de los países avanzados.

 

El occidente es una emoción, es un núcleo emotivo que configura la desujeción de la emoción sensible ante los temas que no conforman relaciones y redes de poder que articulan las demandas de una economía saludable con la situación de la racionalidad instrumental que demanda en la situación actual la insensibilidad ante otros temas que no fortalecen las demandas básicas de energía e información, las cuales están a la base de los procesos de seguridad de los estados, donde la información y la energía implican que la insensibilidad implica ganarse por oposición el prestigio del poder como forma del afecto efectivo.

 

Poder y dinero que son las premisas de una nueva insensibilidad, de una preferencia por la extinción y la sobrevivencia como mecanismos frente al mundo, donde la insensibilidad es el proceso de la racionalidad y de la verdad estructurada en la arquitectura, los procesos de urbanización y los procesos de producción, donde las emociones compartidas no emergen más que en el acto de esa sensación de poder hacia tomarse a si mismo como líder de los procesos cual empresario de sí mismo, que organiza la movida social en la medida de la insensibilidad y de una afectividad de los procesos de la egoidad y de los sentimientos negativos.

 

La fuerza de la oposición es la fuerza enajenada en la positividad de todo el mundo, nadie se queja, nadie se enoja, nadie quiere que los que están en la negatividad emocional públicamente acepten que no quieren preferir estar en el ámbito de las relaciones en las que se encuentran, que nadie se atreve a hacer un proyecto distinto de hacer otra sensibilidad. Y la cara de inconsecuencia que portan con medidas que no son activismos como lo es la emoción capitalista de poder, el poder de comprarse una Coca Cola y tirarla por la ventana del carro cuando nadie ve, el poder de tirar los papeles del bolsillo en la calle a hurtadillas, el poder de usar el carro, la SUV, el poder de comprar con la tarjeta de crédito o con efectivo en los malls, el poder de viajar en primera clase.

 

Pero con eso nadie planta un árbol, ni quiere ensuciarse las manos, la portabilidad de nuestros actos de desemocionalidad en las cosas cotidianas de cuidar nuestro mundo, por eso no hay emociones, solo los new ages, las señoras de edad, los campesinos y los indígenas, ellos no son emotivos, son obstáculos, son prescindibles, son la mugre rosa sentimental de los comentarios de la prensa y de los soñadores.

 

El árbol no nos emociona capitalistamente, el bosque menos, la idea de tener un mundo ya no nos emociona más que por el riesgo de no tenerlo, de que se extinga, que solícitamente tenemos una emoción de esa naturalidad empieza y termina con alegrarnos a la distancia de que este el árbol en el camellón de una ciudad que se ahoga en contaminantes.

 

Mañana nos hará vibrar el árbol o la planta, nada solo basta para echarles agua y sentir que tenemos una en el escritorio y que podemos poner unas más para salir con las cosas adelante del consumismo capitalista y sus marcos afectivos.

 

Por que no nos afectamos de todo en lo que es la naturaleza que no sea visitar el bosque un día de paseo. Nada, la participación del todo del mundo y de la naturaleza, debía de ser el actuar el tenor de participar del mundo, del hacer como quehacer del mundo de modo que el proceso del mundo debía de ser interesarnos y tener un sentido de comunidad con el medio ambiente, del proceso de los marcos donde la naturaleza actúa en nosotros y nosotros nos dejamos habitar en los procesos de la misma. Un mundo donde el interés fuera parte de la afectividad por el mundo ecológico sea la clave es asumir que alguien que rige el mundo en el interés de todo convocaría a que todos colectivamente participáramos por el medio ambiente, la empatía ambiental seria el principio y no la emoción de poder, y no nuestros sentimientos capitalistas y no y nuestra necesidad de este mundo estructurado por emociones que son insensibles, por emociones que apenas afloran por emociones que no progresan en su magnitud frente al medio ambiente que se interesan más por la ecuación información y energía que se fundamenta en el mundo de la producción industrial.

 

Tenemos que hablar de que todos están en la afectividad ambiental cuando se atienen a proyectos colectivos de la industria a las personas individuales quienes accedan a su margen emotivo participando, de qué de todo lo ambiental. Pienso en un mundo donde la política en vez de lamentarse por el medio ambiente y generando políticas en el escritorio, llevara a la gente a la participación sembrando árboles y bosques, aplicar medidas concretas para limpiar la basura con políticas, eventos y conferencias, cambios tecnológicos, cambios en los estilos de vida de todos de la industria de todos a la vez de todos participando obligatoriamente, de todos porque esas emociones que rigen estas cosas se nos han vuelto insignificantes y porque estamos obligados a recuperar el sentido de nuestras emociones y porque el régimen de verdad emocional nos ha llevado a gestionar políticas muerte en lugar de aportarnos un mundo distinto que retome el saber o los saberes arcanos del mundo ecológico.

 

La verdad que ha saldado un régimen ese régimen debe re-escribirse y esta re-escritura debe plantear la verdad bajo un horizonte donde la verdad es la emoción de algo distinto que las emociones capitalistas que nos rigen, son emociones que deben ser vueltas sobre una disciplina y un sentido de productividad distinto al de lo económico que es la base de esa afectividad capitalista y encontrar la productividad de lo que se entiende por el habitar, habitar que no es solamente pensar, que no es solamente construir, sino que es el sentido de una afectividad por el lugar por el tema de formar parte de los procesos del medio y que ese formar parte llegue a romper la economía y sea subsumida en un proceso que nos rinda en el proceso del habitar.

 

Hoy que es parte de las problemáticas mundiales el tema del medio ambiente es esa presión por pensar, construir y habitar distinto, por ejercer un modelo de disciplina que produce no un sujeto económico primero sino de producir el habitar como forma amenazante de la habitabilidad y como forma del peligro de construir y pensar solo con el motto económico. Hay que pensar en una economía del habitar y en un habitar que emprenda el proceso de la peregrinación hacia la naturaleza.

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