Imperdonable y Cachada son los títulos de dos recientes obras cinematográficas de la directora Marlén Viñayo, española residente en El Salvador, quien ha logrado documentar a profundidad estampas emblemáticas de los problemas sociales más sentidos del país centroamericano.
Cachada es un largometraje documental que muestra la vida de Ruth, Chileno, Magda, Wendy y Magaly; vendedoras ambulantes de El Salvador que formaron una compañía de teatro con el acompañamiento de la actriz y directora Egly Larreynaga. Hombre que vea esta película y no se cuestione sobre el mandato de la masculinidad hegemónica y sus violencias, es parte del problema. El filme es desgarrador y a la vez profundamente político. No político por partidos o banderas ideológicas particulares, sino por el potente proceso de empoderamiento del grupo de mujeres que, en colectivo y con sensibilidad, transforman sus vidas. La película muestra las adversidades vividas por las protagonistas por el siempre hecho de ser mujeres salvadoreñas, víctimas de la violencia machista: sexual, económica, física, estructural. Chachada, es un salvadoreñismo para referirse a una ganga. La Cachada Teatro es la compañía que fundó este grupo de mujeres que sale avante en un país marcado por la violencia.
Imperdonable, es un cortometraje documental coproducido por El Faro y La Jaula Abierta que, de forma igualmente contundente, también pone ante el espectador una ineludible invitación a cuestionar el modelo de masculinidad hegemónica, en uno de sus más acabados prototipos: el pandilleril. Imperdonable presenta, desde la intimidad de una celda de la cárcel de San Francisco Gotera, la vida de Giovanny, un pandillero retirado (-calmado- en la jerga de las maras) que declara abiertamente su homosexualidad. Siendo las maras estructuras criminales profundamente machistas, homofóbicas y violentas, la homosexualidad de sus integrantes se paga con una muerte cruel. El protagonista cumple una condena de 35 años por varios crímenes, desde los 12 entró a la pandilla Barrio 18, pero ahora se ha retirado de la misma y ha abrazado el cristianismo; vive en una celda de aislamiento reservada para él y otros presos homosexuales, incluida su pareja. El cortometraje muestra las ambivalencias de un expandillero que reconoce como más fácil matar a un hombre que amarlo. Imperdonable ya ha triunfado en Hot Docs e IDFA; con la posibilidad de ser el primer filme salvadoreño nominado a un Óscar. Debiera ser una fuente obligada para quienes se han negado a observar la escala de grises entre el negro y el blanco. Este no es un filme maniqueo. Imperdonable no romantiza a las pandillas ni es condescendiente con los victimarios, al contrario, los muestra en su total humanidad.
Estas películas de Marlén Viñayo salen de la repetición de enfoques sobre la violencia y la posguerra, apostando en cambio por complejizar realidades tan salvadoreñas y humanas. Su mirada acongoja, pero también alienta.