La oposición

La oposición

Que la oposición a la 4T martirice a un comediante, desfile en coches caros o mantenga con vida política a un expresidente belicoso, es muestra no sólo de su derrota moral sino ideológica e intelectual. Desde una perspectiva pluralista, la democracia se construye a través de disensos y eventuales acuerdos entre fuerzas políticas opuestas. La 4T, por más que los opositores menos informados y con más humor involuntario así lo piensen, no ha vedado el proceso democrático en México. Existen las condiciones para construir oposición, pero esta parece ausente, desdibujada, sin rumbo y sin liderazgos serios.     

 

Hace ya casi cincuenta años, el reconocido politólogo norteamericano Robert Dahl publicó La Poliarquía. Ahí, señaló que un régimen es más democrático (una poliarquía), en la medida en que liberaliza cada vez más el debate público y favorece la participación de los grupos opositores. Tener la oportunidad de disentir y encontrar espacios institucionales de representación política son características básicas de las democracias. En México se puede opinar en contra de las decisiones y políticas del gobierno en turno. Pero esa oposición no tiene mecanismos de representación partidista  legítimos ni confiables. La construcción hegemónica de la 4T pasa por el descrédito de los partidos que gobernaron mal en el pasado. Por eso, que los malos gobernantes de otros tiempos pretendan construir nuevos partidos, parece broma de mal gusto. 

 

Dahl formuló tres axiomas sobre la oposición en democracia. El primero de ellos señala: “La probabilidad de que un gobierno tolere la oposición aumenta en la medida que disminuye el precio de dicha tolerancia”. Tan devaluada está la oposición que, hasta por diversión, el propio régimen se la inventa (BOA). El segundo axioma enuncia: “La probabilidad de que un gobierno tolere la oposición crece en la medida en que aumenta el precio de suprimirla”. La 4T tiene una legitimidad de origen sustentada en el apoyo mayoritario de una población ávida del cese, o control paliativo, de las viejas formas políticas. “En la medida en que el precio de la supresión exceda al precio de la tolerancia, mayores son las oportunidades de que se dé un régimen competitivo”, señala el tercer axioma. Si no hay una oposición por suprimir y el proyecto político de la 4T es hegemónico, hay una competencia sin competidores. 

 

La oposición que no está derrotada, que no da risa con cartulinas y consignas que denuncian el supuesto comunismo de AMLO, pero que tampoco es lo suficientemente fuerte como para disputar el poder (tampoco es que quiera hacerlo), es aquella representada por la izquierda social no incorporada a Morena. En ella destacan bloques disidentes del magisterio, movimientos en defensa del territorio y de resistencia contra megaproyectos (incluyendo el Tren Maya), así como organizaciones de la sociedad civil que trabajan con bases sociales y en agendas como los derechos humanos o la igualdad de género. Rebasar a la 4T por la izquierda quizá no se dará electoralmente, pero es necesario hacerlo desde los espacios ignorados por el supuesto cambio de régimen.

 

Categoria