La versión guanaca del almirante general Haffaz Aladeen

La versión guanaca del almirante general Haffaz Aladeen

El discurso de odio promovido por el popular presidente tiktokero de El Salvador cobró ayer dos víctimas mortales. Gloria Rogel del Cid y Juan de Dios Tejada, militantes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), murieron tras ser víctimas de un ataque armado en San Salvador. Ambos regresaban de un acto de campaña de su partido, cuando su caravana fue atacada a tiros. En un comunicado, el FMLN atribuyó el atentado a “la campaña de odio sostenido de Casa Presidencial y el presidente Bukele” contra el partido y su militancia.

 

Por su parte, la primera reacción del presidente millennial no fue condenar los hechos ni solidarizarse con las familias de las víctimas, como lo haría cualquier mandatario de un país medianamente democrático. Bukele reaccionó muy a su estilo, con un tuit: “Parece que los partidos moribundos han puesto en marcha su último plan. Qué desesperación por no perder sus privilegios y su corrupción. Pensé que no podían caer más bajo, pero cayeron”. De inmediato, su aparato de propaganda se activó para posicionar la versión de un autoatentado.

 

Con el mismo talante belicoso, la mañana del domingo, el vicepresidente Félix Ulloa reconoció la existencia de una “nueva guerra”, y advirtió, “vamos a ganarla el próximo 28 de febrero”, en referencia a la elección de alcaldes y diputados donde, de acuerdo con las encuestas, se espera que el partido de Bukele (Nuevas Ideas) se convierta en la primera fuerza política del país centroamericano.

 

La semana pasada, Bukele tuvo otro de sus famosos gestos que lo retratan como prototipo de autoritario millennial (hay quien incluso ve en su figura la de un dictador). Walter Araujo es un singular personaje de extrema derecha que ha circulado por una cantidad significativa de partidos políticos, con un perfil bastante similar al del líder del FRENAAA mexicano. Dicho agitador se caracteriza por sus expresiones misóginas en redes sociales. Fue denunciado por una víctima y una jueza determinó que el personaje no puede seguir publicando sus mensajes discriminatorios contra las mujeres.

 

Sin embargo, siendo un aliado importante de Bukele, Araujo fue premiado con una candidatura para diputado de Nuevas Ideas. La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia ordenó al Tribunal Supremo Electoral la inhabilitación de la candidatura del político misógino, pues incumple el requisito de “honradez notoria”. Ante esa resolución, como berrinche, el joven Bukele publicó en Twitter la fotografía de unos militares y cambió su foto de perfil por la del personaje protagonista de la película The Dictator.

 

La película El Dictador es una comedia lanzada en 2012 y protagonizada por Sacha Baron Cohen (conocido por su personaje Borat), quien personifica a Haffaz Aladeen, “almirante general y supremo líder de Wadiya”. El lapsus-broma de Bukele fue aplaudido por sus seguidores, pero también le ganó la reprobación de la oposición y de defensores de los derechos humanos, destacando el director para las Américas de Human Rigths Watch. Quienes sí se rieron de la ocurrencia bukeliana son los mismos que ayer pusieron “me divierte” en Facebook a la noticia del atentado armado contra la caravana del FMLN, quienes el 9 de febrero de 2020 no vieron un intento de autogolpe en El Salvador sino una lección de su presidente ante los corruptos diputados, quienes creen que los Acuerdos de Paz no refundaron su país sino son una farsa, quienes dotarán de poder absoluto al proyecto del clan Bukele en la próxima elección.

 

Para un sector significativo del electorado salvadoreño, el autoritarismo bukeliano es una comedia, un meme divertido, algo que prefieren por sobre los políticos de los partidos tradicionales, a quienes tachan de ser “los mismos de siempre”. Por ello se recrearon posicionando en su momento la tendencia #QuéBonitaDictadura en Twitter. Sin embargo, más allá del mundo de las redes sociales, la construcción de Bukele como prototipo de dictador millennial, es cosa seria. Aunque los seguidores del presidente salvadoreño encontraron divertida la declaración de Bukele cuando afirmó que “si fuera de verdad un dictador”, hubiese fusilado a los magistrados de la Corte Suprema.

 

Durante buena parte del siglo pasado El Salvador vivió bajo un régimen de dictadura militar. Desde que Maximiliano Hernández Martínez dio un golpe de Estado en 1931 y masacró entre 10 mil y 30 mil campesinos en 1932, hasta el golpe de Estado de octubre de 1979, en el pequeño país centroamericano gobernaron dictadores que no tenían Twitter, pero sí partidos que se esforzaban en emular al PRI mexicano (el PRUD gobernante de 1948 a 1960 y el PCN de 1962 a 1979). Las condiciones sociales adversas que se gestaron en esa larga dictadura estallarían en una cruenta guerra civil (1980-1992). El ocurrente tiktoker que hoy gobierna no gusta de la Historia, vive del like, la selfie y la encuesta de opinión del día; pero la historia está ahí repitiéndose como farsa y tragedia.

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