Los Profesores & Adjuntos del Mundo (& de la UNAM)

Los Profesores & Adjuntos del Mundo (& de la UNAM)

Ser profesor, de cualquier nivel, es sin duda satisfactorio. Aunque no se está en el top ranking de las profesiones u oficios con los que los niños sueñan, es cierto que no poco de éstos sí imaginan alguna vez con convertirse en uno. Aunque ser bombero, piloto aviador, deportista, cantante e, incluso, youtuber parece ser más emocionante, el oficio de profesor no está muy detrás de todos ellos.

 

Los primeros que lo imaginan son aquellos infantes que ya son mandones. Y por lo regular quieren ser o el director de la primaria o el profesor de educación física. Pero mientras más pasa el tiempo, y se va subiendo en los grados escolares, esta imagen va afinándose y termina con la que hoy se tiene del profesor. Seguro hay matices en cada uno de los niveles. No es lo mismo serlo para la secundaria que para la educación superior. Y, de hecho, es en esta última donde, quizá, se va materializando finalmente la aspiración de convertirse en uno.

 

Como paso determinante, algunas universidades han incorporado la figura del ayudante y/o adjunto. Más allá de la asistencia y el impacto que tiene en la lógica de los procesos de enseñanza-aprendizaje en el aula, un adjunto va progresivamente convirtiéndose en un profesor. Muchos de ellos son todavía estudiantes o recién graduados y, además, algunos pocos de ellos ya reciben una remuneración por su trabajo. Ellos auxilian a los profesores en sus labores mientras se capacitan simultáneamente en el desempeño de las funciones docentes. Entonces, de hecho, ya son profesores.

 

El problema es que la figura en la que están situados todavía no los reconoce como tal. Tienen que bordear grandes dificultades para convertirse oficialmente en uno, sobre todo en instituciones públicas de prestigio, donde cada espacio está altamente peleado. Pero incluso llegando a serlo, tampoco nada les asegura desempeñarse con todas las condiciones que se requieren para ello. Hay niveles y categorías que distinguen a diversos tipos de profesores: de tiempo completo, de medio tiempo, extraordinarios, de asignatura, por horas. Estos últimos, por ejemplo, en el papel no son profesores dedicados completamente a la docencia, sino profesionistas egresados que pueden llevar sus experiencias en el “mundo real” de regreso a las aulas. Por eso se les contrata así.

 

No obstante, con el desarrollo de las universidades públicas, y con la imposibilidad, y negligencia, de las instituciones por hacer crecer su planta académica responsablemente, los profesores de asignatura, por horas/semanas/meses, se convirtieron en el principal puntal docente de éstas a muy bajo precio. Manuel Gil Antón señala que de los 400 mil docentes en la educación superior en México sólo 80 mil tienen contratos de tiempo completo o equivalentes. Eso hace que 320 mil sean profesores contratados por horas, con condiciones académicas y salariales pésimas. ¡El 80%!

 

¿Pero qué caracteriza a estos profesores? Bueno, de inicio, son profesores a los que se les paga sólo lo que permanecen frente a los estudiantes en el aula. No tienen ninguna retribución económica por las horas que invierten preparando clases y exámenes, revisando tareas, prácticas, dinámicas o asistiendo a reuniones. Y, en promedio, en universidades como la UNAM, se les paga entre 80 y 100 pesos la hora, sin posibilidad de exceder cierto número de horas a la semana (que va de 10 a 15, en los mejores casos).

 

La mayoría de ellos no cuenta con una estabilidad laboral y sobreviven en el interinato; se les contrata cada semestre/año con el peligro de un día, como seguido sucede, de no tener más un empleo. No tienen estímulos ni primas; no tienen derecho a años sabáticos. No tienen posibilidad real de convertirse en profesores de tiempo completo. Incluso, muchos ya no pueden competir, si se pudiera, por las pocas plazas que existen y por los límites de edad que existen ya para poder concursar. Por supuesto, ninguno de ellos tendrá una pensión digna al final de sus años.

 

Estos profesores, no tiene acceso a la infraestructura de las universidades; no tienen cubículos o espacios especiales para llevar a cabo sus actividades docentes. Los profesores de asignatura llevan a cabo sus asesorías de clases, sus tutorías de tesis y sus juntas académicas en bibliotecas, en pasillos, en cafeterías (si hay) y, sin inventar, en jardineras.

 

Y claro, en estos meses de coyuntura pandémica, estos profesores no son los que, en aplicaciones como el Zoom, aparecen con grandes libreros o estudios como fondos en sus aplicaciones. No son los que acceden a la red a través de potentes computadoras, tablets, webcams, micrófonos y enlaces de fibra óptica. ¡No! Pero incluso así, totalmente precarizados, como mano de obra barata, son los que mantienen a flote la docencia.

 

En la UNAM, adjuntos y profesores de asignatura han denunciado, desde hace semanas, falta de pagos e irregularidades en su situación laboral. Se unen ellos a diferentes demandas de también diferentes sectores universitarios que no han sido oídos y atendidos durante mucho tiempo. Y la institución parece no oír.

 

Pero hoy, adjuntos y profesores de asignatura de la UNAM han levantado la voz. Hoy, estudiantes de diversos campus y planteles, solidariamente, han levantado la voz por y con ellos.

 

Hoy, sin ninguna otra alternativa, finalmente ¡paramos!

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