Los Reyes del Mundo

Los Reyes del Mundo

La cosa era muy fácil y, sobre todo, emocionante: después de los festejos de Navidad y Año Nuevo, sólo bastaba esperar unos días para que la mañana del día 6 de enero los infantes, y alguno ya no tanto, se despertaran para encontrar en algún rincón de su hogar los regalos que los Tres Reyes Magos les habían dejado en su visita nocturna. Los días anteriores, o la misma noche previa, era necesario generar una carta, dejada en los zapatitos o enviada en globo, para los afamados Reyes indicándoles, después de un respetuoso y afectuoso saludo, qué era lo que las bendiciones deseaban. Aunque tales presentes consistían predominantemente en juguetes, dinero y dulces, era la oportunidad para, por intercesión de los padres, dotarles de ropa, calzado, mochilas nuevas para la escuela y toda necesidad urgente que se juzgara inmediata para cubrir al inicio del año.

 

Por lo regular, y como ayuda estratégica, los regalos ya se encontraban en el hogar mismo, escondidos en algún clóset, ropero o encargados en casa de algún familiar o vecino, listos para ser preparados durante la madrugada. En el caso de los pedidos más dificultosos y sofisticados, era necesario que los padres, con permiso por escrito explícito de los tres sabios de Oriente, fueran a recogerlos a tiendas, tianguis y mercadillos. En otros casos, había brigadas de ayuda, también con licencia de los Reyes, para entregar los presentes a las criaturas en lugares o condiciones remotas y/o especiales.

 

En general, y no sin bastantes excepciones, casi todos recibían algo en esa bonita mañana.

 

El origen de esta interesante práctica refiere la festividad cristiana de la Epifanía (la primera); la manifestación en la que Jesús se presenta, se revela, ante los Reyes Magos. Según esta tradición, los tres conocidos eruditos, cuyos restos descansan en la Catedral de Colonia, Alemania, llegaron a adorar al niño Dios, guiados por la Estrella de Belén, ofreciéndole mirra, incienso y oro, que simbolizaba la perpetuación ante la muerte, la sacralidad y la majestad del que acababa de nacer. Como en otros casos, no hay registros fehacientes ni del número de los reyes ni de sus nombres ni de otros datos, como se lee en el Evangelio de Mateo. Son las tradiciones posteriores las que asignaron tales materias. Por ejemplo, se dice bastante después que ellos son tres de nombres Melchor, Gaspar y Baltasar; que representan distintas edades (vejez, juventud y madurez); que encarnan Europa, Asia y África, las tres razas de la Edad Media; que llegaron en un camello, un caballo y un elefante; que son reyes, magos, eruditos o sacerdotes.

 

Este año cronológico que inicia, el 2021, seguramente la celebración seguirá. También seguro, por las condiciones pandémicas actuales, habrá menos cartitas, menos regalos, menos reyes. ¡Pero, sin duda, habrá! No importa si se es el niño, el regalo, el rey o, incluso, la rosca. ¡Feliz Epifanía!

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