Suponemos que el mundo actual se desplaza cada vez más hacia un horizonte en el que la tecnología abordara cada aspecto de la realidad y nos impresiona que esto sea así. Hoy día es el dispositivo de la pantalla el agente constructor de la subjetividad por excelencia, a través suyo se dispendian saberes y conocimientos a diestra y siniestra 24/7, los 365 días del año.
Es la tecnología un discurso que se impone en nuestros gustos y preferencias y las pantallas emergen como un modo localizado donde el saber y el poder guardan una relación. En ellas las ideas son parte de los horizontes cotidianos y se han transformado en fuentes de riqueza, en una materia explotable de la que dependen muchos procesos. Las ideas hoy demasiado semejantes a las fuentes de riqueza, son en efecto un capital. Son parte de un mercado simbólico, a la vez económico y a la vez social, en el, se sujetan a modelos de negocios y emprendimientos que emergen como una inteligencia situada y como una condición del colectivo, en el que se aprecian desde el punto de vista financiero las ideas más vanguardistas.
Desde ahí las ideas como mercado implican un mercado del intelecto y la cognición, que valúa entre sus bienes sus productos de los cuales unos cotizan financieramente en las bolsas de valores. Las mentes más destacadas en el ámbito científico y de negocios, son clasificadas por este mercado por puestos de trabajos y destaca a aquellas cuya producción de valor supone ganancias millonarias a las empresas o a las fuentes de conocimiento, por ello hay una economía que privatiza a estos individuos y sobre todo a su producción intelectual como parte de estas fuentes de riqueza.
Sus productos, llámese películas, series, libros y papers de investigación científica recaen en una fuente, en un banco de datos, con los que se nutre la capacidad de decidir en todos los ámbitos de la producción humana y que hoy, en una sociedad petabyte, es decir una sociedad de redes sociales y big data, sirven como fundamento a cómo el pensamiento máquina de la inteligencia artificial diseña los senderos del futuro especulando sobra la base de estos bancos de datos.
La gente es hoy día valuada y valorada por su capacidad productiva de datos e información en términos de estos bancos de datos y son en el anclaje con la empresa informática del big data los productores del valor de las ideas y de los desempeños configurados de datos en el modo de usuarios del internet y toda red informática o de las pantallas donde aparecen los datos de este intelecto colectivo.
Tenemos entonces a trabajadores cognitivos que están en la base de la producción de la información de la sociedad petabyte, quienes cada segmento estrenan las tecnologías de base que son el futuro de este proceso y detallan cómo la 5G la IoT son la realidad futura de la producción del trabajo cognitivo y sus reglas. Desde ahí son por mas o por menos el intelecto colectivo que sostiene un sistema de mentalidades de distintos niveles que esta mediado por la tecnología de la IA y de otros sistemas tecnológicos.
De este modo ha comenzado la privatización generalizada de la vida, que ocurre cuando con estos sistemas podemos expresar en las pantallas el código genético de la humanidad o la producción industrial como un sistema inteligente y autónomo, con la finalidad de hacerproductos que tienen que ver con la industria medica de modificación de los fenotipos y genotipos de los seres humanos del futuro y pensar en una humanidad ampliada donde los cuerpos humanos sean asistidos no solo por los algoritmos como es en la IA y la informática, sino por prótesis biotecnológicas que estructuran todo un campo de aditamentos para el cuerpo y la mente dentro de una industralización total de la vida.
Películas como “La vigilante del futuro” de 2017 en la que sale Scarlett Johansson, la película reciente llamada “Bloodshoot" de 2020 donde sale el actor Vin Diesel o la historia animada “Ghost in the Shell” en el anime japonés, suponen ejemplos de una humanidad que se define por sus prótesis tecnológicas y donde paralelo a ello se abre el debate sobre las 7 naturalezas de baja calidad y costo, pero altamente lucrativas para los futuros de una industria 4.0 como son los alimentos, el dinero, el trabajo, el cuidado y la salud, la energía, los recursos naturales y las vidas, que son desde ese horizonte el móvil de una privatización total y exclusiva donde en general los medios que sostienen su amplio consumo y que son las causas del deterioro ecológico por la excesiva explotación de la propia ecología entrarían en una fase donde en el siglo XXI son parte de una privatización integral de la vida.
No son solo los genes y el diseño biotecnológico, es todo, es la constitución de una nueva materialidad, donde la construcción de la realidad entera es un hecho industrial e informático y es un campo de especulación del valor en todas las áreas, se puede entonces comenzar a comprar la vida en su conjunto y cada quien su propio lote de naturalezas de bajo costo.
Y que de nuevo la ciencia ficción ya no es el cuento de una versión fantasiosa, sino es el plano del desarrollo de una óptica cultural de la hegemonía como es en el caso de estas películas, donde para los estados nacionales, donde estas tecnologías están siendo desarrolladas y estarán disponibles primero al público consumidor, hablan de su propio poder. Podemos citar tres textos contundentes, uno por uno, cada vez mejor en su constitución para discernir el alcance de esta privatización integral de la vida en el siglo XXI: 1) “La melancolía ciborg” de Fernando Broncano, 2) “La Humanidad Aumentada” de Eric Sadin. 3) “Seguir con el problema” de Donna
Haraway.