A propósito de “La ira de los murciélagos” de Mikel Ruiz

A propósito de “La ira de los murciélagos” de Mikel Ruiz

El pasado viernes se presentó en San Cristóbal de las Casas la novela “La ira de los murciélagos” (Camelot América, 2021) de Mikel Ruiz. En ella se entrecruzan dos historias.

 

La vida mafiosa de Ponciano Pujuk, un narcotraficante y político chamula, curiosamente parecido a personajes reales del pujante Etnonarco de Los Altos de Chiapas. Y el ajetreo creativo de un joven escritor, Ignacio Ts´unun; también oriundo de Chamula, arrastrado por la abrasiva marea narcopolítica. El personaje de Ignacio es el alter ego de Ruiz, autor también de la novela corta “Los hijos errantes”, edición bilingüe (tsotsil-español) publicada por Coneculta Chiapas en 2014.

 

En “La ira de los murciélagos” reaparece el tema del conflicto de la identidad indígena que ya estaba presente en “Los hijos errantes”. En ambas obras, Ruiz rompe con la idea romántica del indígena en su comunidad onírica, figura inventada por el indigenismo y añorada por ciertos hippies, académicos y turistas. Su literatura, como él mismo, resiste a la adjetivación de una denominación ética de origen; es literatura a secas y de calidad.

 

El personaje Ignacio Ts´unun es escritor, forjado de forma traumática al enfrentarse a un idioma desconocido y a un inicial “miedo al libro”. No cuadra con el imperativo identitario del indigenismo. “¿Qué los indígenas hablan y piensan en plural? Invención de antropólogos. Yo soy de Chamula y pienso en singular”, afirma tajante mientras se cuestiona “¿cuándo los dioses se satisfacen con pollos de granja y cocacola como ofrenda?”. En clara ruptura con la noción idealizada de comunidad, afirma: “los mismos chamulas somos nuestros propios caciques, jefes y verdugos”; “nos estamos ahogando de balas, de cocacola y cocaína”. De Chamula, opina el coprotagonista de la novela: “se ha ido a la mierda en manos de los propios chamulas. De los hombres murciélagos”.

 

El narco en Chamula no tiene halcones como en el norte; en los dominios de Pujuk (sobre)viven los murciélagos: “hombres que disparan AK-47, AR-15, Beretta y Five Seven. No viven de sangre sino de cocaína, del olor a pólvora. Los murciélagos matan de día, escuchan narcocorridos, se acuestan con putas por las noches. Protegen su territorio, usan máscaras y otro idioma para engañar al enemigo”. Los murciélagos no son invento,

“matan de verdad”. 

 

El personaje Ponciano Pujuk es tan real que sus maneras son como las de cualquier narcopolítico indígena, mestizo, criollo, peninsular o saltapatrás. En su mansión tiene una pintura de la iglesia de Chamula enmarcada en oro, se santigua ante Malverde, compra la voluntad del pueblo con refrescos y cervezas, tiene sicarios y jóvenes fans que “sueñan ser mulas, sicarios, dealers. Tienen la cabeza llena de narcocorridos, la nariz irritada de tanto <esnifar> cocaína en vez de masticar pilico”.

 

El imperdible libro de Mikel Ruiz ve la luz tras algunos años de haber sido escrito, sin embargo, su ficción es profundamente próxima al presente de alguno de esos pueblos cuyo cártel figura en los informes de inteligencia del Estado; donde el poder político se disputa a sangre y fuego, se comunica con narcomantas y a veces hay secuestros de funcionarios o el asesinato de algún alcalde.

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